Opinión

Una directiva que no está a la altura de Gündogan

Gündogan se prepara para el partido ante el Valencia en el que estuvo muy inspirado

Gündogan se prepara para el partido ante el Valencia en el que estuvo muy inspirado / Valentí Enrich

Que sí, que lo del Barça parece una broma macabra de mal gusto. Que sí, que en este embrollo nos han puesto Bartomeu y compañía. Y que sí, que los de ahora no tienen capacidad alguna de sacarnos de este hondo y oscuro agujero de mala planificación deportiva, económica y comunicativa en el que estamos hundiéndonos desde hace mucho tiempo. Demasiado, diría yo.

Lo del Barça ya no solo parece una broma macabra de mal gusto, parece una pesadilla infinita de la cual los culés no consiguen despertar. Como Sísifo, arrastramos una roca cuesta arriba para nada, solo para volver al punto de salida temporada tras temporada, pero a diferencia del mito, el club no llega nunca a la cima, sino que, a medio camino, la roca se nos escapa de las manos, nos pasa por encima y vuelve al mismo lugar desde el que habíamos empezado a empujar. Y ya puede venir el lector de turno a hablar de negatividad o lo que quiera, que justamente ese es el problema. Analizar objetivamente la situación del club es darse cuenta de que nos encontramos en una situación alarmante, en un barco a la deriva sin timón ni timonel.

Uno puede ser un cansino repitiendo lo evidente, pero uno debe de serlo si pretende ser honesto; las opiniones puramente relacionadas con el show futbolístico o los discursos provocativos contra los contrincantes directos que hacen más divertida la temporada volverán, habrá situaciones -y las hay- donde escribir sobre el Real Madrid y su suerte, sobre cómo se quejan de los árbitros tras ser beneficiados, o cómo su televisión presiona -al límite del chiste- a los colegiados, pero todo esto es solo parte de un espectáculo retórico como lo es el del fútbol y en una situación como la que se encuentra el club, creo que es más importante escribir, reflexionar y denunciar ciertas cosas que ponen en peligro la reputación y sobrevivencia de uno de los mejores equipos del mundo. Más aún cuando este contrincante directo sí que vende, compra y planifica bien sus temporadas.

Lo que ha ocurrido con Gündogan es ya la gota que colma el vaso; el jugador más importante de la pasada temporada vuelve gratis al City para dejar espacio en la masa salarial y así permitir que el Barça inscriba jugadores. Un gesto de clase de una persona con clase. El problema no reside en ello, la situación económica es la que es. El problema es que a finales de agosto el trabajo de Deco brille por su ausencia y, como escribí en la anterior contra, es ver a una directiva sin ninguna dirección.

Las decisiones tomadas evaden cualquier lógica deportiva y se rigen puramente en lo económico, y encima se toman mal. Que varios jugadores que han demostrado no estar a la altura del Barça sigan en el equipo mientras se echa al mejor de ellos demuestra que muchas de las decisiones tomadas son un sinsentido. Y este club no se merece esto. Flick tiene por delante un arduo reto; mientras la gestión de despachos no cambie, en las manos de él y sus jugadores está revertir esta situación depresiva en la que nos encontramos.

Solo sacando las garras de la plantilla para que lo den todo y ganen algún título, podremos comprar un billete de “One life extra”. En caso contrario el agujero cada vez será más grande y salir de él más complicado. Que sí, que sí… que la directiva no ha estado a la altura de 'Gündo'.