Opinión

Vinicius, no es el color de piel, es la educación

REAL MADRID REAL BETIS

REAL MADRID REAL BETIS / Sergio Pérez

La lucha contra el racismo es siempre una lucha justa, más aún si se hace en el mundo del fútbol que es donde más energúmenos podemos encontrar en la sociedad. Pero las cosas, si las comparamos con años atrás, han cambiado radicalmente y, si cierto es que quedan ciertos enfermos que debemos erradicar, cierto es también que el color de piel o el origen de una persona es irrelevante para muchos en este país. A Vinicius le está pasando que se le está comiendo el personaje de abanderado contra el racismo para cumplir con el deber de vender un documental, le pasa que confunde su realidad con la realidad objetiva. Y alguien debería asesorarlo mejor.

A Vinicius se le grita en los estadios no por el color de la piel, sino porque es un maleducado que provoca vaya donde vaya; haciendo gestos, deseando el mal a los rivales, tocándose el escudo o haciendo cualquier otra payasada. Luego vienen los lloros y las acusaciones falsas contra los aficionados rivales. Acusaciones graves que calan entre muchas personas de todo el mundo, ya que como bien apuntó Edu Aguirre ayer en el Chiringuito, Vinicius es una multinacional con miles de fanáticos que le siguen y que se creen todo lo que diga. Debería preguntarse como es posible que, pese compartir vestuario con muchas personas de origen extranjero, al único jugador que se le desprecia en todos los campos de fútbol es a él. Y cuando se lo pregunte se dará cuenta de cuál es el problema.

El toque final que corona la obra -o el documental-, lo encontramos en la entrevista concedida a la CNN estadounidense, donde pide cambiar la sede de Mundial 2030 que se celebra en gran parte en España. No haría gracia si no fuese que el mismo jugador disfrutó del último Mundial en un país donde la mujer es vejada por el simple hecho de ser mujer, donde el homosexual es perseguido por el simple hecho de ser homosexual o donde miles de personas perdieron la vida construyendo los estadios donde él disputaría los partidos mundialistas sin decir ni mu. Si bien en nuestro país, como en la mayoría, aún hay trabajo por hacer, la lucha cuando es a la carta no es lucha ni nada, es tan solo un postureo comercial que en este caso puede costarle muy caro a España; una España que puede ver como por un movimiento iniciado por un jugador de su propia Liga, pierde la sede del acontecimiento mundial más importante del deporte.

Los que asesoran a Vinicius deberían advertirle que se dedique y centre a eso que hace tan y tan bien, que es jugar a fútbol, así verá como el rechazo desaparece y permanece tan solo la admiración, una admiración mostrada a tantos y tantos brasileños a lo largo de los años en nuestra Liga. Sus amigos, si le quieren de verdad, deberían explicarle que en los campos recibe rechazo por su educación, no por su color de piel.