Opinión

El plan de César Soto Grado

Soto Grado anuló un gol de Lewandowski ante el Rayo

Soto Grado anuló un gol de Lewandowski ante el Rayo / JAVI FERRANDIZ

Si La Liga fuese una película, César Soto Grado sería el villano encubierto encargado de derrotar al Barça. Y alguien debe denunciar las recurrentes polémicas de este colegiado si no queremos parecer unos sumisos.

Hace un año, en Getafe, culminó su labor de manera brillante birlando un penalti a Araujo de manera escandalosa. Sin quedarse suficientemente saciado, aprovechó la siguiente ocasión en Granada para demostrar -una vez más- su plan de siempre: no dejar que el Barça puntúe o al menos mal arbitrar contra ellos.

Para ganarse el título Vicente Acebedo a mejor árbitro, tuvo que dar su último servicio en el clásico del Bernabéu, pitando un penalti dudoso que lo es aún más viendo que este martes, en una jugada similar -si no más clara- no pitó nada y que encima, para rematar el combo de la incompetencia, ni siquiera el VAR intervino para corregir el millonésimo error del colegiado castellanoleonés.

Ahora bien, este VAR que no se interpuso para rectificar el error, sí que lo hizo para anular el gol de Lewandowski; no avisando de un posible fallo en el arbitraje, sino que directamente señalándole al árbitro lo que debía pitar. “Hay una falta de Koundé en la jugada previa al gol”. De escándalo en escándalo hasta la victoria final. Pero el relato sigue dominado por la prensa merengue, que, ayudados de cualquier usuario de X con las iniciales RM, siguen con la matraca diaria de Negreira para desviar el foco de la realidad, la de que su equipo es el más beneficiado por los errores arbitrales.

Mientras ellos dictan sentencia a la carta y presionan a los colegiados semana tras semana en el medio del Real Madrid, al Barça le toca sufrir las injusticias en el terreno de juego. Y no se le debe quitar mérito a los vídeos de Real Madrid Televisión, al contrario, conseguir que una denuncia audiovisual se convierta en una pieza humorística merece todos los respetos del mundo. En esta tesitura de presiones, no debe ser nada fácil arbitrar.

Sin embargo, lo que ocurrió el martes en Vallecas fue la gota que colmó el vaso y la evidencia de lo evidente; se escapa de cualquier lógica del error involuntario que un colegiado en concreto siempre -pero siempre- acabe perjudicando al mismo. No se entiende que, tras lo que ocurrió en Getafe, Granada y Madrid la temporada pasada, Soto Grado volviese a dar un espectáculo grotesco contra los blaugranas, perdonando una roja y no pitando un penalti claro.

Pero como este año el Barça parece un equipo renovado, vertical y con físico, ni los errores ajenos pudieron impedir que sumase los tres puntos contra un equipo y un campo siempre complicados. Nueve puntos de nueve y una afición que empieza a ilusionarse. Solo la grave lesión de Bernal y la incompetencia       arbitral mancharon una noche de verano casi perfecta.

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