Opinión

Como en los viejos tiempos: el equipo aguanta el club

Deco, Laporta y Flick en las obras del Nou Spotify Camp Nou

Deco, Laporta y Flick en las obras del Nou Spotify Camp Nou / SPORT

Por un lado, está el que parece un acierto descomunal y nada evidente de Joan Laporta al contratar a Hansi Flick. Éramos muchos los que no lo veíamos claro: por aquello de que el estilo debe generarse orgánicamente, por la obsesión con el físico, porque llegaba un extraterrestre que no nos conocía de nada. Pues la genialidad de Laporta ha sido precisamente esta: que Flick cayera encima de nuestras cabezas como un misterioso paracaidista, sin prejuicios, sin mochilas, sin pasado. No había mejor vacuna para nuestro entorno viciado de cascarrabias que un alemán que no entiende el castellano y que tras el filtro de la traducción responde con educación e inteligencia lo que le da la gana y sin poner ninguna excusa.

Con la contratación de Flick ha aparecido por fin el Laporta del 2003. El presidente ha sido atrevido, valiente y creativo. A Laporta le ha sucedido algo parecido a Raphinha: ha tardado años en dar lo mejor de sí mismo, pero al fin nos podemos sacar el sombrero, aunque sea con la prudencia obligada de recordar que estamos simplemente en la primera vuelta de una gran maratón. Tiene una gran pinta, pero queda mucho. Eso sí, harán bien sus enemigos en entender que Laporta no todo lo hace mal, y que su intuición, aunque llevaba tiempo muy oxidada, todavía funciona.

Los hechos desmienten a las promesas

Por el otro lado, está un club sin gestión profesional, en el que los hechos desmienten diariamente las promesas. Ni se ha llegado a la anunciada regla 1:1, ni se ha vendido lo exigible, ni ha venido el fichaje convenientemente filtrado de Nico Williams porque no se le daban garantías, ni siquiera se ha cerrado el también anunciado acuerdo con Nike. Nada ejemplifica mejor el caos dirigente del club que la negociación de la camiseta: primero el presidente dispara gratuitamente contra la marca, luego el club les pone una demanda, que pierde en los tribunales, y finalmente, a la desesperada, se les suplica que renueven, pero dentro de la ventana de mercado. El resultado es el previsible: por culpa de un pésimo gobierno se hará lo que quiera y cuando quiera Nike.

En la gestión deportiva, merece un capítulo aparte la sospechosa operación de Vitor Roque, desnudada por el propio Flick, y la desaparición de los Joaos, de los que el presidente también había anunciado su continuidad. Harán bien los palmeros de Laporta en entender que no todo lo hace bien, y que con otro presidente, estarían probablemente recogiendo firmas para una moción de censura.

La conclusión es sencilla. El equipo joven e ilusionante de Hansi Flick aguanta hoy el club y tapa su dudosa gestión. En su momento, Cruyff ya aguantó a Núñez, Guardiola a Rosell y Messi a Bartomeu. Es decir, un clásico en la historia moderna del Barça.