Opinión

El problema de Morata es él mismo

Álvaro Morata, durante la celebración

Álvaro Morata, durante la celebración / SPORT.es

Sin discutir su valor como capitán de la selección española y su papel como integrador del plantel de jugadores que acabaron convirtiéndose en una familia, Álvaro Morata ha sido en las últimas semanas en el foco de atención. En positivo cuando se habla de su implicación con España, en discusión cuando coge el micrófono e inicia su discurso sobre el porqué de sus continuos cambios de equipo. No es un problema que se haya convertido en uno de los jugadores que más dinero ha generado en traspaso (Milán es su penúltima parada en la estación), el problema de Morata es otro. Acostumbra a ser la argumentación que da para explicar sus decisiones.

Hay memes o videos que dan vueltas por las redes recopilando sus declaraciones al fichar por diferentes clubs, con un mensaje parecido en cada caso, recordando su vinculación infantil ya sea con el Atlético, la Juve, el Madrid o el Chelsea. Da igual donde vaya que, con cualquier de ellos, Morata se ha sentido atraído. “Quería venir a la Juventus porque era mi sueño”, “Cuando era pequeño me imaginaba en el Chelsea marcando goles”, “Cuando era niño mi abuelo me llevaba a las gradas del Calderón”, “Mi sueño y mi pasión era ganar títulos en el Madrid y voy a dejarme la vida”.

Resulta que tanto ha abusado de este tópico hasta convertirse en un hazmereir con frases para la historia. No acaba ahí su particular visión de las cosas. La última fue tras ganar la Eurocopa. “Quiero ganar títulos con el Atlético” dijo durante el torneo para agregar, una vez acabado: “El título de la Eurocopa para mí es un título con el Atlético porque lo he logrado siendo jugador de este club. Yen los partidos llevaba las espibilleras con el escudo del Atlético...”

Morata tropieza una vez tras otra con declaraciones extrañas e inoportunas que no hacen más que molestar al aficionado del club en el que juega hasta ganarse cierta animadversión general. Nadie discute su valor sobre el terreno de juego, ni mucho menos su implicación y solidaridad en el grupo.... En eso es un 10. El problema es que cambiar de equipo no es un problema a justificar. Y él, todo lo contrario, ahonda en el tema. Y parecer querer defenderse, sin necesidad de tener que hacerlo.