Opinión

Que pase el tiempo, que no pase nada

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4031c475 fa9c 438e bc70 10aed8f68b16 16 9 discover Laporta y Flick, en el despacho del presidente tras la firma del nuevo entrenador azulgrana hasta 2026. / FCBARCELONA

Me ha venido a la cabeza un tuit que escribió uno de los asesores de Joan Laporta -siendo asalariado del FCB- cuando llamó “indecente” al expresidente Sandro Rosell porque éste, en una entrevista, había afirmado que, bajo su mandato, de julio de 2010 a enero de 2014, había sido el mejor mandatario azulgrana con los números en la mano. 

Es verdad que aquella junta recibió el mejor Barça de todos los tiempos, el equipo de Guardiola, de la misma forma que la actual ha heredado un femenino histórico. En casi cuatro años, Rosell y su equipo acumularon unos beneficios de 200 millones de euros, rebajaron la deuda en 100 millones y todo ello sin palancas... Además, fueron capaces -con todas las consecuencias posteriores, sí, es verdad- de arrebatarle de las manos de Florentino Pérez a Neymar, entonces el segundo mejor futbolista del mundo... porque el primero era Leo Messi. 

Hoy, este FCB, se mire como se mire, ni es el de Laporta del 2010 ni el de Rosell del 2014. Se parece mucho más a ese FCB que en verano de 2020, en plena pandemia, vivió un intento de moción de censura que no acabó siendo necesaria porque Bartomeu y su junta dimitieron en octubre. 

En tres años y medio de gobierno, la junta presidida por Laporta ha logrado protagonizar un registro imposible de imaginar aquel 7 de marzo de 2021: indignar a tres de los grandes mitos del FCB, es decir, Leo Messi, Ronald Koeman y Xavi Hernández. Por las formas y por el sainete que acompañó a esas salidas. 

¿Qué diría y haría l'Elefant Blau viendo cómo está hoy el Barça?

Incomprensiblemente, el FCB sigue siendo hoy esclavo de ese ‘fair play’ financiero que continúa dependiendo de si se hace tal o cual operación. Una de ellas, miren por dónde, la de Nike, multinacional a la que Laporta le echó un absurdo pulso público... y lo perdió, porque ahora lo necesita para sobrevivir. Un Barça que, sin palancas, no sabemos dónde estaría. Un Barça cuyo modelo de gobernanza se encuentra en las antípodas de lo que debería ser un club moderno y ejemplar en todos sus procesos, transparente. Conociendo como conocí a L’Elefant Blau a finales de los noventa, me pregunto qué pensarían/harían viendo la situación en la que está el FCB.

Deportivamente huérfanos, económicamente cojos y socialmente aletargados, en la actualidad, es curioso que el único hilo de optimismo en el FCB penda de un voluntarioso ejercicio de fe a título personal: de lo que sea capaz de conseguir un entrenador llamado Hansi Flick. Y así pasa el tiempo. Y no pasa nada.