Opinión

Si no te gusta el Código Ético, tengo otro: el mío

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, en el palco del Johan Cruyff para dar ánimo al filial

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, en el palco del Johan Cruyff para dar ánimo al filial / JAVI FERRANDIZ

A veces he llegado a pensar que aquella famosa frase “estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros”, la pronunció Groucho Marx pensando en el FC Barcelona. Sarcasmo aparte, ahora que, de repente, se ha puesto tan de moda hablar del Código Ético del FCB, convendría recordar lo que históricamente viene sucediendo en un club que presume de valores, ética y transparencia.

Se hicieron ‘forensics’, auditorias de todo tipo, acciones de responsabilidad, se levantaron alfombras (¿si?) y nadie, desde Núñez a Laporta, pasando por Gaspart, Reyna, Rosell y Bartomeu, fue capaz de hacer aflorar el caso Negreira.

Se investigó a jueces, periodistas y hasta a directivos con dinero del club (¿se acuerdan de Método 3?). También se hizo un viaje a Uzbekistán en la primera etapa de Laporta. Bartomeu, por su parte, cometió la torpeza de escuchar a su asesor Jaume Masferrer y hacer un mal uso de las redes sociales del club. Lo peor no fue eso, fue trocear las facturas para que sus directivos no se enteraran.

Mi primera gran decepción con Laporta en este su segundo mandato fue comprobar cómo nos mintió con la composición de los avales y, principalmente, por haber modificado el Código Ético para beneficio de su familia nada más llegar al club. Toda una declaración de intenciones... y de principios. Después, entre otras muchas decisiones “discutibles”, colocó a dedo en el cargo de Compliance Officer a un abogado que había recogido firmas para su campaña electoral. Por eso, todas las investigaciones del Compliance hay que ponerlas en cuarentena.

Sí, es verdad, el FCB tiene un extraordinario Código Ético y unos sólidos estatutos, la Sagrada Biblia del club, pero se lo pasan por el Arco del Triunfo, como hemos visto ahora en el caso de ISL y como viene sucediendo con la Confederació Mundial de Penyes. Ni las votaciones de las asambleas se respetan... Además, en un club normal, solo normal, no tendría cabida una figura como la de Alejandro Echevarría. Es algo inexplicable.

Ahora se pide la cabeza de Enric Masip por retuitear cuentas de perfil xenófobo. En la esfera personal, está en su derecho, como lo tuvo Elena Fort de estar con Junts en el Parlament de Catalunya. El problema es que no se han leído ni se han aplicado el Código Ético. Es decir, predicar con el ejemplo, pensar solo en el FCB y despojarse de intereses personales. Es tan sencillo como eso.