Opinión

No hagas ruido, compón música

El Real Madrid celebra su 15º título de la Liga de Campeones

El Real Madrid celebra su 15º título de la Liga de Campeones

El sonido es atronador. No solo el que tiene en un sinvivir y en un ‘sindormir’ a los vecinos del nuevo Bernabéu. También el que llega desde las oficinas de la cúpula, desde Valdebebas, desde La Cibeles y desde cada rincón en el que habite un madridista.

Florentino Pérez ha conseguido cerrar su círculo personal, empresarial y presidencial con la firma definitiva de Mbappé, el jugador que le ha hecho lo que nadie se había atrevido a hacerle: ponerle en espera. Incluso, durante algunas semanas, en ‘modo avión’. Ni despegó el que tenía que traerle a la capital hace un par de veranos ni se molestó en responder los mensajes que FP le enviaba.

Al final, el mandatario blanco ha conseguido celebrar en apenas quince días una nueva Champions League, el fichaje del crack francés y llenar el/su Santiago Bernabéu dos días consecutivos con la actuación de Taylor Swift, la cantautora más influyente y rica del planeta. Un impacto tras otro que, al margen de ensordecer al vecindario, ha conseguido proyectar una imagen de poderío tanto del club como de la ciudad.

Un cuento de hadas adobado por la entrega indisimulada de amigos, conocidos, saludados, fijos y discontinuos del palco, sumados a altavoces varios que han visto en esta conjunción galáctica poco menos que una aparición mariana.

Lo que sí está fuera de toda duda es que el Real Madrid ha armado un equipo estratosférico que habrá que seguir muy de cerca. De puertas afuera, impresiona. De puertas adentro, veremos cómo gestiona Ancelotti tal cúmulo de gallos en el mismo gallinero.

El que tenía que venir como salvador, léase Mbappé, llega para salvarse a sí mismo. El que había entrado en algunas quinielas para verle lejos del Bernabéu, léase Vinicius, es firme candidato al Balón de Oro y el jugador más desequilibrante del momento. Y el que había caído en gracia a toda la parroquia blanca, léase Rodrygo, dos días antes de la final de la Champions le hacía guiñitos a Guardiola. Esto no ha hecho más que empezar.

Mientras recurríamos a las gafas de sol para protegernos de la irradiación merengue, el presidente del FC Barcelona tuvo a bien manifestarse a través de los medios de comunicación propios para evitar al resto, a los que nos considera extraños en su particular manera de entender la crítica.

Joan Laporta olvidó las lentes de protección y se enfocó, una vez más, en el eterno rival. Y ayer, permítanme ustedes y el señor Laporta, no tocaba. “Para ganar no vale todo. Han jugado muy sucio (el Real Madrid) y las decisiones arbitrales siempre caen a su favor. En ese sentido, es un club que está generalmente favorecido por decisiones arbitrales”. “Prefiero que nuestra estrategia confíe en un proyecto con jugadores producidos y hechos en La Masia, no lo que hace el Madrid”.

Que no le falte razón no significa que sea adecuado. Luce lo que tienes, poténcialo y dale lustre ignorando al que está enfrente. El mejor desprecio es no hacer aprecio. Ya tendremos la Eurocopa y los Juegos Olímpicos para confirmar qué club alimenta hoy a esta selección española de la que tanto presumen en aquellos palcos, que también. Ilusiona desde el ‘seny’ y aparca, por ahora, la ‘rauxa’. Ahorra en la factura de la luz pero ilumina cuando sea necesario. Y no hagas ruido, compón música.