Opinión

Fermín es un crack, solo tenemos que creérnoslo

Fermín López, celebrando uno de sus dos goles contra Francia

Fermín López, celebrando uno de sus dos goles contra Francia / EFE

Lejos de los grandes focos de atención comerciales, económicos y de influencia mediática y social, ha crecido en el Barça un jugadorazo que allá donde juega es determinante y decisivo. Sin que nadie lo esperara, pues los técnicos aprobaron su traspaso por cuatro duros a un modestísimo equipo polaco que fue el único que se interesó por él y que solo un milagroso azar del destino frustró, Fermín ha crecido a la sombra de otros que son más reconocidos pero rinden mucho menos.

Fermín no viene del Ajax, con toda la carga ideológica que ello supone, ni de un campeón de Europa, Fermín es un currante del fútbol, o eso creen los que reparten carnets de ADN, y por ello ha estado condenado a derribar la barrera de su supuesta falta de pedigree y glamour que cierto entorno aprecia en su figura. 

Escribo “ha estado condenado”, en pasado, porque espero que a partir de ahora la citada percepción cambie. Por errónea en origen e injusta en el análisis futbolístico, esta situación ha de acabar aquí, en esta medalla de oro colgada del cuello con la que regresa de París. Fermín ha sido el crack de la selección en los Juegos Olímpicos, máximo goleador sin ser delantero, cabeza, corazón y alma del estilo con el que el fútbol español vuelve a ser el amo del cotarro, un estilo que ya no es solo tiqui-taca, sino toque con más físico, intensidad y concentración, el estilo que también mejor le define.

En el Barça, Xavi le descubrió y dio las primeras oportunidades. Nunca le falló, siempre rindió más que el que más y dio puntos con acciones y goles decisivos. Debió jugar más, por eso a algunos nos ha quedado la sensación de que era el eslabón débil de la jerarquía grupal. El último titular y el primer suplente incomprendido. El más fácil de ignorar y de sustituir, según fuera el caso. 

La esperanza es que encaje más en el estilo que se viene con Flick de lo que lo hacía en el que se fue con Xavi, que el entrenador alemán le vea como lo que es, un crack en juego, entrega y rendimiento. Porque sí, señores, Fermín es un crack, solo tenemos que creérnoslo. ¡Todos! Los primeros, los técnicos, pero también el entorno, aficionados y periodistas. Un servidor rompe una lanza por él. Un tío que se convierte en el máximo goleador español en la historia de los Juegos Olímpicos, que bate el récord que tenían Butragueño, Kiko y Villa, nada más y nada menos, merece todo el respeto. Un tío que trabaja, roba, distribuye y aparece en zona de remate sin que ningún rival le detecte, y además remata bien y desde cualquier distancia con las dos piernas y también de cabeza, merece todo el reconocimiento.

Tendrá que seguir remando, en su puesto hay overbooking y acaban de fichar al que de momento es el fichaje del año, sesenta millones más por delante. Y que conste que no sería Olmo el problema, sino otros que ya han fracasado y están perfectamente detectados. Fermín hará mejor a Olmo y al equipo, solo falta que le dejen, solo falta que nos creamos que es un crack.