Opinión

Existía otra manera de hacer las cosas

Joan Laporta y Xavi Hernández, foco de atención en Montjuïc

Joan Laporta y Xavi Hernández, foco de atención en Montjuïc / FCB

La destitución de Xavi era ineludible. Las razones deportivas son opinables. El equipo ha sumado 85 puntos en la Liga y ha terminado segundo. En la Liga de Campeones cayó en los cuartos de final contra el PSG teniendo que jugar una hora larga con un futbolista menos. Perdió la final de la Supercopa de España y en los cuartos de final contra el Athletic Club, en San Mamés, en la prórroga. No es un buen balance.

Pero es peor la sensación de impotencia e inferioridad que mostró en demasiados partidos. El cuerpo técnico sabrá los porqués. Desde fuera, y sin necesidad de referirse a las informaciones que se han ido publicando o se nos han explicado, hay indicios suficientes para pensar que la preparación no ha sido la adecuada, sino insuficiente. El fichaje de un preparador físico para mejorar la fuerza o las quejas de Lewandowski por un entrenamiento insuficiente, por ejemplo.

Hay otra razón que hacía inevitable su destitución. Su comportamiento en las ruedas de prensa y en el banquillo han mostrado un Xavi superado por la magnitud del cargo. Negó demasiadas veces la realidad que todo el mundo percibía, se enfrontó a periodistas de manera vengativa o se hizo expulsar de manera reiterada en una dejadez de funciones intolerable.

Pero la manera como el club ha gestionado su destitución no se la puede permitir. Se hizo mal desde el inicio, cuando se le desautorizó con la fotografía de Laporta con Márquez o cuando se le forzó a cambiar una convocatoria, y hasta el final con el anuncio del cese el día antes de la final de la Champions contra el Olympique.

En su primer mandado, con todos los errores (algunos de forzados, otros de propios), Laporta demostró saber presidir un club tan complejo y “difícil” como el FC Barcelona. Tiene donde mirarse. Si no se corrige, tanto dará Xavi como Flick.