Opinión

Entre todos ‘echamos’ a Roger Grimau

Roger Grimau fue víctima de una mala planificación y de las dudas de todo el entorno blaugrana

Roger Grimau fue víctima de una mala planificación y de las dudas de todo el entorno blaugrana / VALENTI ENRICH

Tras unas semanas de silencio, el ex entrenador del Barça, Roger Grimau, dio su versión de su salida del Barça en las dos grandes cadenas radiofónicas catalanas y lo hizo en un tono tranquilo, como siempre ha sido su personalidad, aunque claramente dolido y con cierta amargura por haber sido la gran ‘víctima’ por no haber alcanzado los objetivos de entrar en la Final Four y ni tan siquiera jugar la final de la Liga Endesa.

El ex entrenador azulgrana, un jugador histórico de la sección y culé hasta la médula, aseguró que no había sido tratado con el respeto que merecía y que sentía que el entorno nunca estuvo de su lado en un año ciertamente complicado.

Grimau nunca quiso cargar directamente con sus declaraciones contra la directiva ni su amigo, Juan Carlos Navarro que lo puso en el cargo, pero transmitía su decepción por no haberle dejado alargar, como mínimo, un año más en el cargo para tratar de asentarse como máximo responsable del banquillo blaugrana y con fichajes de garantías como si tiene ahora Peñarroya.

¿Fue el único culpable?

¿Fue culpable Grimau de lo acontecido en una temporada decepcionante? Claramente, no, o al menos no fue el único responsable, aunque lo más fácil era cargárselo y empezar de nuevo, con el propio ‘mea culpa’ de Navarro en la construcción de la plantilla desequilibrada. En ese momento, se buscó un recambio de la casa, barato y que emocionalmente ‘engancharía’ al Palau y Grimau no dejó pasar la oportunidad antes de forjarse en la elite. ¿Quién lo puede culpar de ello?

Grimau está muy dolido, aunque él conocía de antemano que coger al Barça en sustitución de Sarunas Jasikevicius era una autentica ‘patata caliente’ y lo aceptó, consciente que el reto era muy grande.

Lo que no esperaba era las constantes comparaciones en los medios que tuvo que aguantar con su antecesor en el cargo y lo hizo en silencio, trabajando a destajo y tratando de cambiar la idea de que era un entrenador sin experiencia, sin capacidad de reacción en los momentos difíciles y que podía con todas las dudas.

Final decepcionante

Y hay que darle la razón en el buen trabajo en la temporada regular en la Euroliga, no tanto en la Liga Endesa, aunque llegó al tramo decisivo en Europa con todo a favor y salvando un ‘match play’ en diciembre cuando el equipo hizo aguas.

Por entonces, Navarro ya sondeó a Joan Peñarroya aunque la directiva lo negara. Fue el claro exponente que la confianza en Grimau era poca, y que el equipo, que siempre estuvo a su lado, salvo alguna excepción como Willy Hernangómez, le salvó el cuello en ese momento.

Con el mal final de temporada, su salida estaba cantada. ¿Culpables? Ciertamente quién le dio  la oportunidad desde el club, y aunque el entorno siempre quiso que las cosas le fueran bien, las dudas que despertó desde su llegada fueron las que acabaron por sentenciarle.