Opinión

Xavi, el ángel que vino a vernos

Xavi Hernández, entrenador del FC Barcelona

Xavi Hernández, entrenador del FC Barcelona / EFE

En apenas año y medio, Xavi Hernández Creus ha redactado el prólogo de lo que, si le dejan, va a ser su leyenda como entrenador. Desde el domingo, es ya el primero que levanta una Liga sin Leo Messi en los últimos 18 años. Una distinción de valor incalculable.

Hasta el mejor del mundo, Pep Guardiola, lo ha sufrido en sus carnes. En Europa, donde por supuesto el listón sube considerablemente, Pep, pese a invertir grandes sumas de dinero, no ha conseguido ganar sin Leo. Ojalá pueda cambiar el signo a partir del miércoles, pero nadie puede esconder la dificultad de competir sin el futbolista que nos ha marcado a todos.

Allí donde el desierto amenazaba al Barça, Xavi ha hecho un trabajo quirúrgico y admirable a la vez. Se ha guardado más de una verdad sobre lo que se encontró, ha juntado en sus poros toda la paciencia que le negó un sector del entorno y ha tenido la dosis de resiliencia necesaria para resistir y seguir defendiendo su idea cuando la plantilla, llena de carencias aún, se le desplomó.

En la Champions y en la Copa, donde volvieron a asomar las ridículas comparaciones con Koeman. Xavi ha campeonado en un campo de minas. Un club con la economía devastada, cuya deuda presenta tintes casi inasumibles y cuyo balance de explotación pierde dinero cada año. Una institución judicializada y un montón de socios molestos por el confuso Espai Barça y el trasvase a Montjuïc.

En ese contexto, Hernández no sólo recuperó la liga cuatro años después, sino que, con peor fondo de armario, le metió un puro descomunal al Madrid. Y aún así, le martirizaron con un mantra: si ganaba jugando bien, que había fichado. Si lo hacía jugando mal, engañaba con la idea. Si perdía, no había ni técnico ni staff. Le vendieron como el entrenador que nunca ganaba y acabó siendo el hombre que recuperó el orgullo de ser del Barça. Sin Messi y sin áurea. De locos.