Opinión

El plan A de De La Fuente desnuda a los trileros

De la Fuente ha coronado a España

De la Fuente ha coronado a España / LAP

Tuvo que llegar la selección española y hacer la Eurocopa perfecta para que el oráculo que rodea a la Roja, más allá de celebrar la memorable gesta del equipo de De la Fuente, pusiera en valor el mensaje clave, para mí, del torneo: ganó el fútbol, el protagonismo, la ambición. Perdió la racanería, la especulación, el miedo. En abril, defender con el autobús hasta la prórroga, sin pasar de medio campo y aguantando un bombardeo, era puro arte. Ahora, ya no.

Aunque esto va a durar hasta que vuelva el Madrid. España levantó la cuarta ante la mirada de Southgate, tan triste como su obra, de Deschamps, mezquino entre los mezquinos, de Bob Martínez, entregado a una leyenda acabada, de Nagelsmann, en plena reconstrucción alemana y de Spalletti, atrapado en un quiero y no puedo con Italia. Cinco potencias por delante de la selección en las apuestas que fracasaron estrepitosamente ante la magia del combinado español. Un gran legado.

Lo más importante en el fútbol es jugar bien. Ganar acaba siendo, casi siempre, una consecuencia de lo primero. Una verdad incontestable que, aunque parezca mentira, es afeada por quienes sufrieron en sus carnes, durante tanto tiempo, esa manera de jugar. Y luego, hay un segundo fenómeno en esta Euro. Asegura una mayoría, tal vez esa misma que antes de arrancar no daba un céntimo por España, que De La Fuente ha ganado porque ha cambiado el estilo. Otra patraña.

De La Fuente (70 por ciento de posesión en la final) siempre quiso el balón, viajó con él, exigió presión alta y alimentó la pausa y la aceleración según convino. Todas las patas del ADN. Si fue más vertical es porque Nico y Lamine le corrieron y le amenazaron al espacio, lo que le otorgó más registros. No reinventó el estilo. Lo ejecutó bien. Se pedía un plan B y el éxito del riojano es que solo tuvo un plan: dominar el juego. El plan A. Lo demás, un cuento.