Opinión

Testosterona, el alimento del cateto

El simbólico pulso Lorenzo-Pedrosa

El simbólico pulso Lorenzo-Pedrosa / DAZN

Algunas reacciones a la publicación del “Cara a Cara” entre Jorge Lorenzo y su ancestral enemigo Dani Pedrosa en el canal de YouTube del primero (“DuralaVita”) me han dejado muy desconcertado. Y también algo deprimido.

Al reto del mallorquín de “verse las caras” en un ring de boxeo, el de Castellar del Vallés recogió el guante motivado por el desafío de poder darle “un par de hostias” en un cuadrilátero. El duelo se hizo viral, y muchos esperaban “sang i fetge” entre los dos rivales.

Emitida la “primera parte” de la contienda desde diversas plataformas, muchos se sintieron “estafados” -¡menos mal que el visionado era gratuito, si no: a saber qué calificativo hubieran empleado!- porque los dos “púgiles” no se hubieran partido la cara en sentido literal. Sin esperar siquiera a ver qué pasará con una segunda parte que se vaticina con un nada críptico “continuará” que cierra la primera entrega, manifestaron su disgusto por la falta de “hostias”. Físicas se entiende, porque de mamporros de todo tipo hay unos cuantos en el programa en cuestión.

Siempre se definió el boxeo como “el noble arte” reglamentado por el marqués de Queensburry. Pues bien, quienes reivindican un festival de tortazos entre los dos pilotos, de “nobles” deben tener poco, y de ignorantes de lo que es el boxeo, mucho. Manny Pacquiao, diez veces campeón del mundo en cuatro pesos distintos, siempre reivindicó tratar al adversario como un contrincante, pero jamás como a un enemigo.

La filosofía de “Pacman” la vemos también en el tono del actual campeonato de MotoGP, y la cita de este fin de semana en Sachsenring no deja de ser un cuadrilátero al que se asoman un defensor del título (Bagnaia) y dos aspirantes (Martín y Márquez).

Los tres con Ducati, por cierto. Los tres rapidísimos, además. Los tres nobles como el que más, a propósito. Los tres finos estilistas, a la par que severos pegadores.

El retorcido trazado alemán fue uno de los rings favoritos de Marc, donde históricamente fue capaz de mandar repetidamente a la lona a los más rudos fajadores. Esta vez en una especie de nueva entrega de esa serie cinematográfica llamada Rocky, muchos esperan que los tumbe por KO ya desde el primer asalto. Pero él, Márquez, no se si más prudente que astuto, no quiere ni oír hablar de victorias antes del límite y avanza que, si acaso, está más para vencer a los puntos cuando la campana de su tañido final, que de un sopapo certero y anestesiante.

Y en este ambiente con olor a linimento y aroma de puros caros y perfumes adúlteros, no faltan los mastuerzos que atisban, esperan, intuyen un tongo por parte de Ducati, casi como despreciando la deportividad de los combatientes, que no es más que la sublimación de su estulticia.

Sin duda son los mismos catetos que reclamaban sangre en el delicioso reto verbal entre Pedrosa y Lorenzo, y que no supieron valorar la potencia de semejante intercambio de “golpes”. Y luego hay quien se pregunta el porqué de las actuales derivas ideológicas de la sociedad europea.

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