Opinión

'Blando' Norris

A McLaren y Lando les falta un punto de autoestima, de convencimiento. Necesitan creerse un poco más que “ya están ahí”.

Lando Norris, piloto de McLaren

Lando Norris, piloto de McLaren / AP

“Esto es como en el tenis. Si tú vas desperdiciando una bola de partido tras otra, al final tu rival le da la vuelta al marcador y acabas perdiendo el match” me comentaba el martes Pedro de la Rosa, a propósito de las dos victorias consecutivas que Lando Norris le ha “facilitado” a Max Verstappen en los dos últimos Grandes Premios disputados hasta el momento: Canadá y España.

El neerlandés partía como favorito en el Circuit porque las características de la pista de Montmeló se ajustan muy bien a las del Red Bull. Y, sin embargo, el que podría ser el último coche diseñado por Adrian Newey para los de Milton Keynes mostró más carencias de las que esperaban, en beneficio de un McLaren que, hoy por hoy, parece haberse acercado -si no lo ha superado ya- al monoplaza energético.

Este fin de semana, en Spielberg, las circunstancias se repiten, con un trazado sin apenas curvas en el que el coche del vigente campeón y líder de la tabla se postula como el mejor candidato en las apuestas… con permiso de los pintados en naranja.

Antes de la carrera catalana se dijo que la cita del pasado domingo podía marcar un punto de inflexión, no sólo en su futuro más allá de 2026 sino también en la tendencia deportiva de la presente temporada. Y así fue, al menos en lo que concierne al presente más inmediato. Que sepamos.

La calidad de Lando Norris como piloto está fuera de discusión. Como la de su compañero de equipo, Oscar Piastri. La dupla de los de Woking parece de las más equilibradas de toda la parrilla, el clima que ha sabido crear Andrea Stella y la estabilidad que se respira en el equipo dirigido por Zak Brown -incendio del motorhome a parte- es envidiable.

Pero les falta un punto de autoestima, de convencimiento. Necesitan creerse un poco más que “ya están ahí”. Que sí se puede. Que son capaces de ganar a Verstappen y su intocable Red Bull con regularidad, mucho más allá de la victoria de Lando en Miami.

Verstappen es un killer. Su instinto depredador hace que tenga más vidas que un gato, y para superarle no hay que cederle ni un palmo de asfalto en ninguna carrera.

Y ahí es donde Norris es demasiado blando, aún siendo un piloto excelente como lo es.

Porque lo de Max es extraterrestre. Lo que hizo el domingo en Montmeló tiene un mérito enorme que la afición no supo premiar al entregar sus votos del “Driver of the day” a un Norris que, de entrada, tiró el valor de la pole por la borda, metió la pata en la salida y se comió todo el aire sucio del difusor del Red Bull en la carrera.

A Verstappen no se le puede regalar nunca nada porque su bulimia, su ansiedad de victoria, su voracidad es insaciable. Tal vez esos votos llegaron para compensar el planteamiento discutible de la carrera que desde el muro tejieron para el británico. Pero, vaya, no los merecía más que el depredador con el que sueña Toto Wolff para su flecha de plata.

En España ganó un neerlandés. Ojalá que este fin de semana en las motos del GP de los País Bajos gane un español. Aunque sea para compensar. 

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