Opinión

Un oro que rompe malas rachas... y que venga a Arconada

Fermín López, celebrando uno de sus dos goles contra Francia

Fermín López, celebrando uno de sus dos goles contra Francia / EFE

Por fin. En un día que venía cargado de decepciones para la delegación española, el fútbol masculino lo cambió todo. Sufriendo, sí, contra los anfitriones. Remontando el gol inicial, viendo cómo un penalti de VAR les condenaba a la prórroga. Y al final, con dos goles de Sergio Camello -y unas cuantas intervenciones del ‘parisino’ Arnau Tenas, incluida la asistencia a brazo potente en el último gol- para emular a Guardiola, Ferrer, Luis Enrique, Kiko y compañía, campeones olímpicos en Barcelona'92. La selección de Santi Denia logró el primer oro olímpico para España en deportes de equipo 28 años después del último éxito, el del waterpolo de Atlanta.  

Conviene poner en valor esta gesta. Es cierto que el fútbol español ha conseguido ya cinco medallas en las citas olímpicas, pero no es menos cierto que tres de ellas fueron plata. La última, en Tokio 2020 cayendo contra Brasil en la final. Fue el día de un chico de El Campillo, perteneciente al FC Barcelona que, a base de constancia y tesón, aceptando en su día una cesión al Linares para crecer, lleva un verano de ensueño. Fermín López ha acabado el torneo olímpico con seis goles. Dos de ellos, contra los franceses. En la misma portería en la que 40 años y 43 días atrás, el fútbol español viviera una de las derrotas más duras de su historia. También contra Francia, en la Eurocopa’84, con un primer gol de Platini en un libre directo, pasando el balón bajo el cuerpo del portero Luis Arconada.

Ocho lustros después, llegó la venganza. Ninguno de los protagonistas sobre el césped del partido de ayer había nacido entonces, pero han logrado vengar aquella mala noche del Parque de los Príncipes.

Un nuevo éxito que se une a la última Eurocopa y que mitiga el dolor de la decepción vivida por la selección femenina, a la que en estos Juegos le ha tocado vivir una realidad desconocida en los últimos tiempos. Decepción, no fracaso. ¡Ay de quien dude de ellas!

Y para rematar la jornada, ¡otro oro en el foso de Saint-Dennis! Jordan Díaz voló a los 17,86 metros en su primer intento en el triple salto y eso fue suficiente para dejar atrás a todos sus rivales, incluido su archienemigo Pablo Pichardo. Campeón olímpico hablando donde un atleta tiene que hablar: en la pista. ¡Felicidades, 'air Jordan’!