Opinión

Nadalcaraz

Dos extraterrestres que transmiten un mimetismo natural

Carlos Alcaraz y Rafa Nadal durante su debut en dobles en los Juegos Olímpicos de París 2024

Carlos Alcaraz y Rafa Nadal durante su debut en dobles en los Juegos Olímpicos de París 2024 / EFE

En mi primera intención narrativa sobre este artículo planeaba una dura crónica contra la surrealista ceremonia inaugural de los juegos de París. Los experimentos con gaseosa, dicen. También lo podría hacer en la selección de los mediáticos relevistas de la última jornada. Lo de Snoop Dog es la última fumada que puede imaginarse cuando se hace una lista de personajes merecedores de tal gloria. La gloriosa aparición, en la transición hacia los últimos relevos, de Rafa Nadal generó un relativo efecto de misericordia contra los organizadores en mi persona. Su reconocimiento a la dimensión y trascendencia deportiva del balear, gracias a sus catorce victorias en el gran escaparate internacional de su Roland Garros, me han enternecido suficientemente para olvidar mis profundas lamentaciones por desdeñar de mala manera un acto de tal trascendencia mundial.

El sábado, con la primera jornada oficiosa, que no oficial, del calendario deportivo, pudimos disfrutar de uno de los grandes atractivos de todo el torneo: la pareja de dobles español formada por Rafael Nadal y Carlos Alcaraz. Debut difícil, jugando con una pareja consolidada en dobles. Los dobles en tenis, no son tenis puro, sino una especialidad en sí misma, donde jugadores que no han conseguido triunfar o consolidarse en el circuito en singles, buscan una nueva oportunidad en una modalidad que requiere mucha especialización y sincronía con tu pareja más allá de talento.

Simbiosis

Pista central a rebosar, la única donde juega desde hace años en París el manacorí, sin una sola localidad disponible, para recibir a esa extraña pareja en la primera jornada del campeonato de tenis. La simbiosis del mayor deportista de la historia del tenis español, podríamos no indicar la disciplina deportiva y la asertividad de la frase para calificar a Rafa sería también sería cierta, con el murciano, que representa la esperanza de que la continuidad del dominio en el deporte de la raqueta sea algo natural, es un sueño del tenis español que difícilmente podía imaginar.

Pues bien, de la narcosis a la realidad medió un día. En ese lapsus de tiempo, se estableció una química inusual entre dos tipos que, por primera vez, jugaban juntos. Una dinámica de acomodación mutua a dos estilos de juego parecidos pero distintos. Dando la sensación que se transitaba de la natural coordinación que genera el talento, a una estrategia adaptada a la necesidad de dar desde el primer día el mayor rendimiento posible. Dos tipos que actúan miméticamente en su lenguaje gestual en la pista, buena parte de esa realidad seguramente vendrá determinada por cómo el chaval ha crecido viendo al balear en su laureado transitar por el tenis mundial. Ahora, solo nos queda creer que sucederá, apretar los dientes al otro lado del televisor para que estos dos cracks puedan hacer realidad el deseo que todos tenemos de que alcancen la gloria olímpica. Sería un epitafio brillante, en el lugar más idóneo, a la carrera de Don Rafael Nadal Parera, fantásticamente acompañado por Carlitos.