Opinión | Tuercebotas

Mbappé ‘for president’

Quienes sostienen que no hay que mezclar fútbol con política en realidad suelen discrepar de las opiniones expresadas por los futbolistas 

Mbappé, en el entrenamiento

Mbappé, en el entrenamiento / Equipe de France

El año 2012, el genial jugador francés Eric Cantona amagó con la posibilidad de presentarse a la presidencia de Francia. No lo hizo, dijo que en realidad solo quería llamar la atención sobre causas sociales como las dificultades de acceso a la vivienda y la desigualdad, pero cabe peguntarse qué habría sucedido si el delantero de Manchester United se hubiera presentado. Cantona es un icono de izquierdas, tanto por su vertiente de activista político como por un episodio que le costó una sanción deportiva de nueve meses: el 25 de enero de 1995, durante un partido contra el Crystal Palace, agredió con una patada voladora a un aficionado rival que le había gritado insultos racistas desde la grada. Durante el juicio se supo que el ‘hooligan’ había militado y participado en actividades de grupos de extrema derecha. Por eso, su patada de kung fu es legendaria en la izquierda francesa y global.  

Existe una tradición de futbolistas franceses que intervienen en la discusión política en su país, de ahí que las declaraciones de Kylian Mbappé llamando a los jóvenes en Francia a no votar a “los extremos” en las próximas elecciones del 7 de julio no sean una novedad. Liliam Thuram, exjugador entre otros equipos del Barça, es un destacado activista antiracista. En la campaña del 2017, Zinedine Zidane dijo algo parecido en apoyo de Emmanuel Macron: “Hay que evitar al máximo los extremos. Los extremos no son buenos”. Zidane se vio envuelto en 1998 en una polémica con Jean-Marie Le Pen, entonces líder de la extrema derecha francesa, que afirmó que la Francia campeona del mundo no era representativa del país por su diversidad. Veintiséis años después, Mbappé tiene que volver a apelar a la diversidad, tolerancia y respeto para evitar que Marine Le Pen, la hija de Jean-Marie, gané las elecciones legislativas en Francia y la extrema derecha gobierne por primera vez en el país.  

Ciudadanos implicados

 “Somos ciudadanos y no creo que debamos estar desconectados del mundo que nos rodea. [...] Quiero dirigirme a todos los franceses, especialmente a los más jóvenes y pedirles que voten para defender los valores de diversidad, tolerancia y respeto. [...] Cada voz cuenta, y eso es algo que no podemos ignorar. Espero que tomemos la decisión correcta y que todavía estemos orgullosos de llevar la camiseta del equipo nacional francés el 7 de julio", declaró Mbappé, que recibió elogios por la claridad de sus ideas respecto a la situación en la que se encuentra su país, pero también críticas por aquello de que fútbol y política no deben mezclarse.  

¿Por qué no deberían mezclarse? De hecho, ¿acaso no lo hacen ya? El lema del FC Barcelona, "més que un club", no se refiere únicamente al ámbito deportivo, sino que también evoca un compromiso político y social profundo, y famosa es la frase de Manuel Vázquez Montalbán de que el club azulgrana es “el ejército desarmado de Catalunya”. ¿No es el fútbol, a nivel de clubes, pero sobre todo de selecciones, una forma de dirimir conflictos once contra once y en un terreno de juego y no mediante otras formas más bárbaras? ¿Acaso las hinchadas más radicales de los clubes no tienen raíces con movimientos de extrema derecha (¿y en algunos casos, menos, de extrema izquierda)?   

El Panda y Bellkerín

Cuando un escritor, una cineasta o un músico están de gira promocional casi todas las preguntas que se les formulan son políticas y sociales. En cambio, a los futbolistas apenas se les interroga sobre los asuntos del momento. Fue significativo, en este sentido, el silencio de los futbolistas sobre el ‘caso Rubiales’ y la lucha de sus compañeras de la selección femenina, con honrosas excepciones (Borja Iglesias, Bellerín). Tampoco es que Vinicus (o Etoo o Henry antes que él) hayan recibido apoyos multitudinarios de sus compañeros en su lucha contra el racismo. Y de los vestuarios no se oyen voces respecto la normalización de la homosexualidad en el fútbol. Silencio.  

Normalmente, quienes afean a los futbolistas que se significan con el argumento de que el fútbol y la política no deben mezclarse, en realidad de lo que discrepan es de las posiciones expresadas. Seguro que a los herederos de Jean-Marie Le Pen les hubiera encantado que un futbolista de la selección alertara de la invasión extranjera que sostienen que amenaza Francia. Esto de la libertad de expresión siempre va por barrios.