Opinión | Tuercebotas

Hansi Flick, un profesional

La gran baza del entrenador alemán en el Barça de hoy es que parece un tipo que hace su trabajo con talento y esfuerzo sin distraerse en tonterías

Flick: “Queremos construir algo similar a lo que hizo Guardiola en el Barça”

Flick: “Queremos construir algo similar a lo que hizo Guardiola en el Barça” / Sport

Si es verdad que el fútbol es un estado de ánimo, en septiembre el Barça es candidato a ganarlo todo. Después de una pretemporada anodina y frustrante por la imposibilidad del club de competir en el mercado de fichajes, cuatro victorias en otros tantos partidos, 13 goles a favor (siete de ellos al Valladolid) y 3 en contra, rachas de buen juego y unas sensaciones muy buenas son argumentos sólidos para que el estado de ánimo culé haya cambiado. Entre la llegada de Mbappé al Madrid y la decisión de Nico Williams de quedarse en Bilbao, el culé andaba cabizbajo, pero hoy la sensación es que el ‘Hansi-team’ puede con todo. 

 ‘Hansi-team’, sí, porque en un club en el que el crack es el presidente, el fichaje del verano ha sido el entrenador. El nombre de Flick ya ha sido coreado en Montjuïc porque en estos cuatro partidos ha hecho todo lo que se le exige a un entrenador del Barça: ha ganado, ha jugado bien, ha hecho debutar a jóvenes de La Masia y ha disparado la ilusión. Además, ha logrado otras cosas: el equipo es reconocible, ataca y compite, muestra una forma física envidiable, y ha recuperado a jugadores muy criticados en las últimas temporadas, como Raphinha y Koundé. El equipo ataca bien, mueve la pelota con rapidez, presiona de forma coordinada y feroz, y se defiende con solvencia. Ni rastro del ‘tiki-taka’ aburrido, el ‘flicki-flacka’ en estos cuatro partidos hace soñar a los aficionados con un rodillo como aquel Bayern de Múnich del 2-8, de infausto recuerdo. 

Comparación estéril

Como el fútbol es como es —olvidadizo, egoísta, muy a menudo injusto y desagradecido— es inevitable la comparación de este Barça de Flick con el de Xavi de la temporada pasada. Varios jugadores han destacado que en los entrenamientos se trabaja mucho el apartado físico y que por eso "el equipo no baja después del minuto 70 u 80 y mantiene el nivel físico", en palabras de Pedri. Las críticas a Xavi y su cuerpo técnico por la preparación física han sido una constante desde que se anunció su destitución, pero sorprende ver a los jugadores sumarse a ellas. La prensa, por su parte, destaca que los jugadores parecen saber mejor a qué juegan que antes y elogia la flema de Flick, muy alejada de los espectáculos (poco edificantes) de Xavi y su equipo en la banda, con sus protestas continuas a los árbitros. 

Es una comparación estéril. Muchos de los que hoy se entusiasman con el ‘flicki-flacka’ fueron de los primeros en su momento en subirse a la Xavineta, y también fueron los más veloces en apearse. La comparación entre los dos entrenadores tocará hacerla al final de la temporada, y aun así será injusta. Flick no ha recogido una plantilla hundida a mitad de temporada, aún traumatizada por la marcha de Messi y sin Griezmann. Xavi no contó con este Lamine Yamal post-Eurocopa que parece jugar donde quiere y como quiere, pese a su edad. Tampoco tiene mucho recorrido discutir si la forma de jugar de Flick es fiel al ADN del Barça, con su doble pivote y su disposición alejada del intocable 4-3-3, una controversia que ha asomado la patita y que rugirá cuando los resultados no sean tan buenos. El ‘flicki-flacka’ se juega con cuatro delanteros. Poco más que añadir. 

El ejemplo del Bayern

La alineación del Bayern con la que Flick destrozó al Barça en Lisboa fue: Neuer; Kimmich, Boateng, Alaba, Davies; Goretzka, Thiago; Gnabry, Müller, Perišić; Lewandowski. Los tres suplentes que entraron en la segunda parte fueron Coutinho, Süle y Coman. Con el mismo dibujo, jugador por jugador, no parece que el once que el Barça puede presentar hoy (sin contar con los lesionados pendientes de reaparecer) sea peor que el de ese Bayern, considerado una excelsa máquina de jugar al fútbol. Esa fue la expresión máxima del ‘flicki-flacka’, a la que se llega con profesionalidad, talento, trabajo y, como todo en la vida, suerte. Pero no parece un imposible para el Barça, y menos después de este arranque. 

En un club como el Barça, al que siempre rodea tanto ruido y acostumbrado a entrenadores divos de muy distintos perfiles (Rijkaard y Valverde son excepciones a la norma), la imagen de profesionalidad de Flick es en sí misma un vendaval de aire fresco. Un tipo que hace su trabajo sin distraerse en tonterías. Ese es hoy su gran punto fuerte y un sólido motivo para la esperanza. Un profesional impávido y ajeno al entorno es lo que necesitaba el Barça. 

Ojalá que no aprenda ni castellano ni catalán.