Opinión

Flick saca petróleo con un nuevo estilo

El equipo va como un avión y la afición vuelve           a disfrutar 

Hansi Flick saluda a Alejandro Balde tras el triunfo del barça sobre el Real Valladolid

Hansi Flick saluda a Alejandro Balde tras el triunfo del barça sobre el Real Valladolid / JAVIER FERRÁNDIZ

Le han bastado cuatro partidos a Hansi Flick para cambiar la cara del Barça, la mentalidad de los jugadores, para jugar a otra cosa y sacar petróleo de una plantilla que solo ha incorporado a Olmo. Ver para creer. Un arranque fantástico. Cuatro victorias consecutivas, doce puntos, una goleada para entusiasmar a la afición y siete puntos de ventaja al Madrid con un partido menos. El entrenador alemán está demostrando que se puede cambiar el estilo de juego apostando por la verticalidad con la gente de la cantera, dando una segunda oportunidad a jugadores como Raphinha y Lewandowski.

Tiene mucho mérito porque llegó por la puerta de atrás. Sin hacer ruido, sin presentación, con un perfil bajo. Su elección despertó más dudas que certezas. No me pregunten si Hansi Flick es un buen entrenador. Todavía no lo sé. Lo que sí ha demostrado en muy poco tiempo es que es un profesional serio que se hace respetar. Un técnico que no trabaja de cara a la galería, no le preocupa lo que dice la prensa y mucho menos el entorno. Un hombre de club que acepta la realidad con una predisposición admirable. Habla lo justo, no ha provocado ninguna polémica y, algo importante, se ha ganado la confianza de los jugadores.

Flick es un tipo normal, algo difícil de encontrar en el mundo de los banquillos, donde algunos técnicos se creen más de lo que son. La vanidad esta reñida con su carácter alemán. Tiene una mirada noble que inspira confianza. Está encantado de trabajar en el Barça, se conforma con lo que tiene y en cuatro jornadas ha hecho debutar a cuatro jugadores de la cantera. 

No le preocupa no tener antecedentes de la escuela barcelonista como Guardiola, Luis Enrique o Xavi. En un principio podía parecer un hándicap, pero es lo contrario, es la libertad de poder iniciar otro camino sin compromisos con el pasado. No es cruyffista, no tiene ADN blaugrana y el tiki-taka le suena a chino. Juega con otras cartas, tiene otra estrategia, bebe de otras fuentes. La preparación física, la entrega total y el juego directo son el ABC de su fútbol. Aunque tenga muchos lesionados, no llora, busca soluciones. Acepta las limitaciones económicas del club, tiene un contrato inferior al de Xavi y sueña con jugar pronto en el Camp Nou.

Por el camino Flick se ha comido algún marrón como la sorprendente salida de Gündogan. Ha vivido el culebrón Nico Williams sin inmutarse. Ha visto como fichaban la mitad de la mitad de lo anunciado. Pero todo esto ya está asumido y olvidado. Lo que cuenta es que con seriedad, rigor y trabajo, el míster alemán se ha ganado pronto la confianza de los barcelonistas. El equipo va como un avión y la afición vuelve a disfrutar.