Opinión

Los enemigos de España

Los jugadores de la Roja tras disputar el España - Francia de la Eurocopa 2024

Los jugadores de la Roja tras disputar el España - Francia de la Eurocopa 2024 / EFE

España jamás va a una. El enemigo, a diferencia de lo que le suele ocurrir a otros países, siempre viene de casa. Como si en el ADN tuviésemos una tara que nos provoca la autodestrucción, nos empeñamos en ponernos piedras en nuestro propio camino, e incapaces de disfrutar, vivimos en un constante estado de enfado, envidia e indignación.

Al empezar esta Eurocopa, el debate de los necios era el absurdo del absurdo: Que si el seleccionador había seleccionado mal, que si no había jugadores de tal o cual equipo y lo peor aún, en un ejercicio de ignorancia y maldad, algunos han puesto en duda no ya solo los sentimientos de ciertos jugadores, sino que también su nacionalidad. En las redes sociales han aflorado esos especímenes dogmáticos que no ven más allá de su religión; gente de la Castilla profunda deseando que España perdiese. Es el colmo de los colmos.

A pesar del fuego amigo constante, no hay nada que pueda parar el trabajo bien hecho y la ilusión colectiva de este grupo de jugadores que aportan cada uno lo que deben aportar. Ni más ni menos. La selección española está jugando el mejor fútbol de Europa, gustándose y gustando al mundo entero. La experiencia de algunos se mezcla a la perfección con el talento joven de otros: Luis de la Fuente ha encontrado la clave del equilibrio y, como el mejor de los alquimistas, ha sabido mezclar los ingredientes perfectos para obtener oro, y a consecuencia de ello, enamorar como hacía muchos años que no ocurría.

Los dos extremos son dos diamantes que empezaron en bruto y han llegado a la final como dos gemas pulidas y brillantes. El medio campo juega y distribuye con sentido y clase. La defensa es un muro impenetrable. El entrenador vio lo que no vimos prácticamente nadie, apostando por actores secundarios que, si terminamos alzando la copa, serán dignos merecedores de un Óscar futbolístico a mejor actor revelación.

A pesar del fuego amigo, estamos en la final. Y si la ganamos, esos necios dogmáticos de habitaciones repletas de pósteres, sufrirán un baño de realidad terapéutico. Porque cuando juega la selección, no importa el club de origen de ningún jugador, lo que importa es el colectivo: y como no puede ser de otra manera, durante este mes -y sobre todo este domingo-, los objetivos, los que nos gusta el fútbol por el deporte en sí, pero también por su mística y su magia, hemos sido y seremos de Carvajal, Lamine, Nico, Cucurella, Rodri y de cada uno de los jugadores que representan esta selección que está enamorando al mundo entero. Porque España jamás va a una, pero este equipo sí.