Opinión

Desencriptando a Flick

Flick explica cómo será su Barça: "Para mí la preparación física es crucial"

FCB

Ya hemos desencriptado a Flick -“por favor, llamadle Hansi porque no le gusta nada su nombre de pila al completo”, me desveló en su día un colega- y mañana le veremos frente a los periodistas acreditados para la ocasión.

Más allá de lo cafetero que es, de su amor por la familia en general y los nietos en particular y de su entrega reconocida a la gastronomía local, el entrenador del FC Barcelona nos mostró algunos apuntes de su libreta. La gestión de esto corrió a cargo del club, que nos escribió un prólogo lógico ante la comparecencia pública de verdad.

De entrada, quedó claro que era necesario borrar la huella de Xavi remarcando el trabajo físico que vendrá, el orden y, si toca, el concierto. Mentados los Cruyff y Guardiola por todo aquel que aterriza en territorio culé, Hansi Flick se mostró como un técnico entregado a la causa, ávido de verse ya en tareas futbolísticas con todos los profesionales disponibles y con el deseo de contar con un centrocampista defensivo.

Desveló cuál es su táctica de base y nos dejó la imagen de un tipo veterano, humano, baqueteado por la vida (a su esposa le detectaron un cáncer hace años y eso le hizo modificar su orden de prioridades) y con unas ganas locas de ponerse el mono de trabajo y desencriptar, también, a los Cubarsí o Lamine Yamal con los que se ha mandado whatsapps estas últimas semanas.

“No me ha enamorado pero sí me ha calmado”, me escribía un amigo del alma, muy vinculado al Barça. Una reflexión manifestada en caliente tras escuchar al recién llegado. El barcelonismo precisa más tranquilidad que ilusión y ésta debe llegar desde el banquillo. Para magia, talento, locuras puntuales, piel de gallina o ‘gallina de piel’ ya tendremos a los jugadores, algunos de ellos colocados en el podio de la fama, de las redes sociales y de las ventas de camisetas.

El barcelonismo precisa más tranquilidad que ilusión y ésta debe llegar desde el banquillo

Flick debe ser el ‘seny’ y la practicidad. Poner su firma en el trabajo diario y vehicular el ADN que aportan los hijos de La Masia. Ellos, los magos, deben ser también los líderes y los conductores de la ilusión. Suman, además, la responsabilidad de ser los que empujen a la afición a subir la montaña y sacarle brillo al escudo.

Lamine Yamal ya lo hizo en esta Eurocopa. Con su juego y sus declaraciones a ‘El Chiringuito de Jugones’, asegurando que él jamás vestiría la camiseta del Real Madrid. Poco bombo le han dado en la capital, ocupados y preocupados de celebrar el éxito de la Roja y la llegada de Mbappé por encima de cualquier otra cosa. Pero ahí queda. Y no es un pecado de juventud.

Hansi, dos meses después, bajará la ventanilla del coche ante los periodistas. Le escondieron tras unos cristales tintados y le han mantenido en un tercer o cuarto plano hasta que han decidido que fuera el momento de la exposición. En paralelo, la entidad sigue presentando acuerdos, negociando la incorporación de Nico Williams y construyendo un nuevo estadio que genera dudas entre expertos y entornos.

Cuando está a punto de encenderse la llama en el pebetero de París, los recuerdos me llevan hasta el flechazo de Antonio Rebollo en el Estadi Olímpic y a aquel viejo Camp Nou que acogió una final olímpica de fútbol en 1992 que alineó, entre otros, a Pep Guardiola. No me digan que la paradoja no es para emocionarse. Que se lo expliquen a Flick de mi parte, por favor.