Opinión

Solo aceptamos lecciones para pagar cláusulas

Nico Williams marcó ante Georgia

Nico Williams marcó ante Georgia / AP

Si el mundo del fútbol fuera un espacio vacío, sin rivalidades ni odios, sin agentes especuladores ni el ruido de las aficiones, el caso Williams   - como tantos otros - tendría una descripción sencilla. Tres patas.

Por un lado, Nico. Un futbolista libre en 2023 que rechaza ofertas - una de ellas, blaugrana - y renueva con cláusula de salida para hacerle un favor al club de su vida: dejar un buen pellizco cuando decida irse.

Segunda pata, el Athletic. Si firmas ese contrato, estás poniendo al chaval en el escaparate. En Ibaigane eso lo sabía hasta el utillero.

Y luego, está el Barça. Si quieres a un jugador con cláusula, contactas con él y preguntas si quiere venir. Si es que sí, te reúnes con su representante, pactas un contrato y te preparas para afrontar la operación cuando el futbolista dé el paso. De eso, el Athletic sabe mucho. Muchísimo.

Es legítimo que la institución vasca y sus altavoces aprieten para que su gran estrella siga en San Mamés. Pero lo que no vale es embarrar el patio y luego vender que la vergüenza son el Barça y la prensa catalana. No, eso no.

Por cierto, Unai Simón: todas las entrevistas a Nico fueron a medios españoles, no catalanes. Lo del presidente Uriarte afeando a la Federación por no proteger al chico es un chiste malo. Uriarte, que imparte ‘cursillos’ de comunicación pero no permite preguntas en sus comparecencias, ¿le ha preguntado a Williams por qué nunca cerró la puerta?

En Barcelona, solo han habido dos cosas. Un club que quiere a Nico y el periodismo contando los movimientos para intentar ficharle. Si al final no viene, las preguntas deben ser para Nico o para Laporta. La prensa está para dar información y también, esta vez, para decirle a Bilbao que el pelo no nos lo toma nadie.