Vila, el delantero de Alpicat

Samitier lo reclutó para el Barça el curso 1950-51 después del bajo rendimiento de los fichajes ‘americanos’

Firmó por tres años, pero salió tras el primero por la feroz competencia: estaba gestándose el Barça de las ‘Cinc Copes’

Los Wallace: una historia de amor y odio

Josep Vila Escuer, en una imagen de su debut en Les Corts, el 7 de enero de 1951

Josep Vila Escuer, en una imagen de su debut en Les Corts, el 7 de enero de 1951 / FCB

David Salinas

David Salinas

La temporada 1949-50 no pasó a la historia del Barça. El equipo de Enrique Fernández, primero, y el de su sustituto, Ramon Llorens, después, acumuló un gran número de decepciones que lo llevaron a finalizar la Liga en quinta posición (diez derrotas en 26 partidos). Y en la Copa, desastre total: KO en Santander (5-1) después de dilapidar el 4-1 logrado en Les Corts. En enero de 1950, constatado el bajo rendimiento de los jugadores, especialmente de los “americanos” Giménez, Marcos Aurellio, Nicolau y Prais, el secretario técnico, Josep Samitier, se lanzó a la caza y captura de nuevos valores de la ubérrima cantera catalana con vistas al ejercicio siguiente (1950-51).

Le dieron referencias Jordi Vila, del Balaguer. Después de verlo en un par de ocasiones, apostó por él. Un delantero centro potente y con carácter. En enero de 1950 fue probado con éxito en el Campeonato de Reservas contra el Sabadell (1-1), torneo que, con motivo del 50 aniversario del Barça, fue bautizado por la Federació Catalana de Futbol (FCF) como Torneo Bodas de Oro. También se alineó ante el Sants (0-2), Granollers (6-1 —marcó dos goles—) y Martinenc (0-5).

No confundir con Jordi Vila, de Santpedor, el atacante del Barça de las ‘Cinc Copes’. Josep, que también evolucionaba en posiciones de vanguardia, llegó una temporada antes procedente del Balaguer. Solo coincidieron en algún entrenamiento

El Barça, pese a contar con el indiscutible César Rodríguez en el eje del ataque, reforzó la línea con un prometedor elemento: Josep Vila Escuer, nacido en Alpicat (Lleida) el 19 de mayo de 1929. Vila se había iniciado en el fútbol con el equipo de la Obra Sindical de Educación y Descanso de su pueblo natal, una organización cultural y recreativa de la época franquista dedicada a promover actividades culturales y deportivas. Vila siempre tuvo pasión por el fútbol y el balón lo empujó mucho más que continuar detrás del mostrador de la tienda que sus padres regentaban en Alpicat y que su oficio de decorador.

Los inicios

Pasó por las filas del Alguaire, Fraga (1946-47) y Balaguer (1947-49 —fue máximo goleador y logró el ascenso de categoría—) antes de recalar en el Barça a prueba en enero de 1950, desechando ofertas de equipos aragoneses. “Mi ilusión era injertarme en los primeros clubs catalanes”, recordó por aquel entonces. Con el equipo azulgrana pasó de amateur a profesional. Firmó por tres años, percibiendo 35.000 pesetas.

Elegido por Josep Samitier, Vila siempre tuvo presente que llegar al Barça “fue uno de los momentos más felices e inolvidables de mi vida... No podía pedir más: vestir la camiseta azulgrana, el ánimo pleno de entusiasmo juvenil y con la certeza de que allí podría perfeccionar la técnica”.

Vila jugó en todas las demarcaciones de la vanguardia y del centro del campo. Entendía que como profesional debía “cumplir como los buenos” en cualquier posición porque “cuando tengo un compromiso con un club me esfuerzo hasta excederme, si es preciso”.

No fue un delantero al uso. En aquella época tenía claro que “se ha terminado la inmovilidad posicional del jugador” y reclamaba la participación de sus compañeros para tener efectividad: “El delantero debe tener a los lados buenos colaboradores, interiores y extremos con movilidad, rapidez y sentido de desmarque”. Su arma fue “la velocidad” y su defecto “el querer hacerlo todo, quizá por un exceso de confianza en mí mismo y en mis facultades de velocista”.

Vila inició la temporada en el equipo filial, La España Industrial, alineándose esa temporada, 1950-51, entre septiembre y diciembre, en 11 partidos y convirtiendo 11 goles. Esta efectividad llamó la atención de Ferdinand Daucik, que lo reclutó para el primer equipo.

Debutó oficialmente el 31 de diciembre de 1950 contra la Real Sociedad en Atocha como interior por banda derecha. Una semana después lo hizo contra el Atlético de Madrid en Les Corts, saliendo de improviso por indisposición del argentino Marcos Aurellio. La enorme competitividad en la vanguardia azulgrana, sin embargo, acabó alejando a Vila de la elite barcelonista y su nombre no volvió a aparecer entre los mayores.

Peregrinación

El Barça lo cedió al Sabadell la temporada 1951-52, en Segunda y con el exbarcelonista Josep Escolà, el catedrático del fútbol, en el banquillo. Antes, en agosto de 1951, llegó a coincidir en algún entrenamiento con otro Vila, Jordi, también delantero y uno de los jugadores importantes del Barça de las ‘Cinc Copes’.

Ya libre de la disciplina barcelonista, recaló en el Melilla (1952-53, en Segunda División —coincidió con Salvador Sagrera—) y Osasuna, donde jugó cuatro temporadas. Vivió un descenso a Segunda (1953-54) y un ascenso a Primera (1955-56). Fue el autor de los dos goles que dieron al conjunto navarro la primera victoria ante el Real Madrid (2-0), el 30 de septiembre de 1956, en el noveno partido oficial entre ambos equipos.

Fichó después por el Levante, donde jugó las temporadas 1957-58 y 1958-59 y regresó a casa para alinearse con el Lleida y colgar las botas en el Balaguer. El 20 de enero de 2002 fue homenajeado por la Penya Blaugrana d’Alpicat, recibiendo el carnet de socio de honor y firmando el libro de la peña. Falleció en Balaguer el 11 de marzo de 2011.

Su hijo Josep Maria Vila Ortiz, canterano barcelonista, siguió sus pasos y también actuó como delantero, entre otros equipos, en el Girona (en dos etapas, 1976-77 y 1979-80), Alcalá, Sabadell, Badalona y Binéfar (1982-83).