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Laporta no rehúye la autocrítica por el despido de Xavi

El presidente lo ha pasado mal en las últimas semanas tanto por cuestiones profesionales como personales

El dirigente culé no pone excusas pero sí argumentos para ayudar a entender su proceder respecto a Xavi

El Johan Cruyff estalló contra Laporta

El Johan Cruyff estalló contra Laporta / @Offsider_ES

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

La tormenta ya ha pasado para Joan Laporta, pero esta ha dejado ciertas secuelas emocionales en el presidente del Barça. El tiempo lo cura todo y más en el fútbol, pero ni la ilusión por la nueva era que arranca con Hansi Flick anula la autocrítica que sobrevuela la cabeza del dirigente culé por cómo ha gestionado la salida de Xavi Hernández.

Personas muy cercanas a Laporta aseguran que pese a la satisfacción de 'Jan' por la conquista de la Champions League femenina y la incorporación de Hansi Flick, una parte del presidente sigue triste y pensante respecto a todo lo sucedido. Al máximo mandatario azulgrana se le vio eufórico en la fiesta de Bilbao y sale sonriendo en todas las fotos con Flick. No es una felicidad postiza, pero por dento no es tan complaciente el regusto que tiene Laporta.

Todo arranca tras el 4-2 en Montilivi, un tropiezo que llegó después de caer ante el PSG y también en el Clásico, lo que confirmaba una temporada en blanco. La derrota en Girona incrementó la presión sobre 'Jan' por parte de su entorno más cercano. Algunos, del club; otros, de su esfera personal. Casi todos le recomendaban que se replanteara la continuidad de Xavi. Laporta recibió 'inputs' o sugerencias por tierra, mar y aire.

Un digestión a fuego lento

Las dudas de Laporta dieron un salto de nivel tras la rueda de prensa de Xavi en la previa del partido ante el Almería. El egarense tuvo un discurso realista pero a los ojos del presidente fue una especie de traición, ya que entendía que el entrenador se había mostrado derrotista y en una línea mucho menos optimista respecto a la mostrada la tarde que fue ratificado.

Cuentan fuentes cercanas a Laporta que fue antes del choque en Almería cuando Laporta empezó a convencerse de que debía cambiar de entrenador. El presidente sintió la presión sobre sus hombros porque, paralelamente, empezaba a hablarse en algunos medios de una moción de censura en construcción. Quizá miedo no es la palabra, pero 'Jan' sabía que no podía catalogar dicha posibilidad como algo imposible.

A todo esto se le sumó una pneumonía. Laporta estuvo ingresado en el hospital a principios de la semana pasada. En solitario, el presidente iba digirendo los que serían los pasos a seguir. Xavi, que fue a verle, salió de ahí ya con alguna mala señal. El presidente no fue tajante, pero le dejó caer que estudiaba cesarlo. La presión ambiental todavía se multiplicaría mucho más, ya que en los medios se daba por hecho el cambio de entrenador.

Un respeto a Xavi que acabó jugando en contra de 'Jan'

Con un nudo en el estómago, Laporta trató de ganar días sin que eso sirviera de alivio, ya que en su cabeza sabía que en algún momento tenía que producirse la ruptura. Es precisamente el hecho de que Xavi Hernández sea una leyenda del club lo que llevó al presidente a darle muchas vueltas. Muchísimas. Laporta no quería precipitarse esta vez. El aprecio personal hacia el técnico también jugaba un papel en la decisión. Igual que lo jugaban algunos cánticos de Montjuïc en favor del entrenador. De ser otro, es posible que Laporta lo hubiera fulminado sin titubear tras perder en Girona o la rueda de prensa antes del envite en Almería. Pero, por ser Xavi, el presidente se quiso dar un tiempo de reflexión extra.

El plan era no hacer más ruido hasta después de la final de la Champions League femenina, pero la situación se volvió insostenible. Más aún cuando SPORT desveló la cumbre de Deco y Bojan en Londres con Hansi Flick. El viernes, Xavi instó a Laporta a deshojar la margarita. El presidente no aguantó más y sintió también que el técnico no merecía ese suspense. El plan saltó por los aires. La previa del Barça-Olympique de Lyon estuvo marcada por la destitución del de Terrassa, justo lo que quería evitar 'Jan'.

Síntomas de remordimiento

Laporta, un tipo emocional, se vio obligado a ponerse una coraza a la hora de afrontar el incómodo cara a cara con Xavi. De ahí que el presidente se mostrara frío, distante y breve con el entrenador. Cuando ya estuvo hecho, 'Jan' se sacó un peso de encima, pero sabía lo que venía a continuación. Conocedor de la materia, el dirigente era plenamente consciente de que se iniciaba entonces un período de roces -siendo suave- entre personas a las que tiene aprecio. Laporta sabía que todo había ido mucho más lejos de lo deseado. Y ya no se podía frenar.

En la fiesta de Bilbao, el presidente ya admitió entre líneas que las formas del 'caso Xavi' no habían sido las mejores. Su "ser presidente del Barça es muy, muy, muy difícil" lo interpretaron algunos como una muestra de culpabilidad. Nunca fue su intención pero Laporta sabía que el trato al egarense había terminado por ser injusto e inmerecido. No por la decisión, sino por las formas.

Espectador de lujo de una 'guerra' de bandos

En las últimas horas, el presidente ha vuelto a recuperar su optimismo habitual con la llegada de Hansi Flick. Pero eso no quita que, internamente, esté afectado por haber sido el máximo responsable de lo ocurrido en los últimos días. Laporta se siente mal y ha transmitido autocrítica a sus allegados. La imagen del club se ha visto resentida y ahora son palpables los 'ataques' entre unos y otros a través de la prensa. Que si Xavi se quería cargar a Fulanito o que si Menganito filtró a los jugadores la planificación del curso que viene son ejemplos de informaciones que confirman la escisión total.

Si algunos creen que Laporta es un robot que ya se ha olvidado de todo, van equivocados. Flick ilusiona al presidente pero, a día de hoy, a 'Jan' aún le siguen pesando los recientes acontecimientos en forma de remordimiento. Laporta sabe que ha gestionado de forma muy deficiente la salida de Xavi y se ha decepcionado a sí mismo por ello, pero todavía tiene mil-y-una cuestiones por afrontar y no puede recrearse en sus errores. El tiempo lo cura todo o, al menos, lo enfría.