El Real Madrid es un número

El club que preside Florentino ha burocratizado la Champions hasta convertirla en una competición menor

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PI STUDIO

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El relato se lo come todo gracias a unos altavoces enormes, potentes, manipulados y dirigidos para que la gente asuma premisas supuestamente inamovibles y sin, por supuesto, ninguna posibilidad de llevar la contraria, que eso es para gente que a veces se toma la libertad de pensar. ¡Qué peligro! 

Dicen que el Real Madrid no pierde una final desde 1981 y eso es cierto. No dicen, en cambio, que desde que cayeron contra el Liverpool aquel año pasaron diecisiete años sin olerla. Pero hay más datos para demostrar que el relato es solo eso, un cuento: en 1966, tres años antes de que Amstrong diera un pequeño gran paso para la humanidad en la luna, ganaron al Partizan 2-1 y pasaron quince años hasta que perdieron ante los ‘Reds’. O sea, desde el 66 hasta el 98, cuando robaron a la Juventus con un gol en fuera de juego de Mijatovic, pasaron 32 años en los que solo estuvieron presentes en una final y la perdieron. El resto es ficción, una ilusión comprada por tanta gente que da la sensación de haber sido real. Pocas verdades tan mentirosas como la del conjunto blanco.

Fríos guarismos

El que nunca pierde finales, el rey de Europa, el monarca del continente, la leyenda blanca, la historia hecha club, el amo del universo, el capo del fútbol mundial y todo eso se ha convertido en un frío número, víctima de su propia manera de entender el fútbol, que nada tiene que ver con la esencia misma del fútbol. El Real Madrid dejó un día de divertirse para convertirse en un club funcionarial, aburrido, obsesionado con marcar una nueva muesca en el revólver. 

¿Qué más da 15 que 7? ¿O 9 que 24?¿Importa algo que sean 28 o 19? Es solo un número, nada más que eso. Desde 1966 hasta 2024, los blancos han jugado diez finales y han ganado nueve, las últimas nueve. Es decir, desde 1981 hasta 2024, han ganado todas las finales que han disputado. En el Real Madrid solo importa eso, nada más que eso, y lo reivindican con orgullo, felices de seguir burocratizando la conquista de un título del que, por otro lado, reniegan porque su presidente apuesta por liquidarlo con la creación de una Superliga que entierre todo aquello que supuestamente les ha hecho grandes. ¿Existe mayor prueba de desprecio hacia el resto de deportistas y clubes? ¿Puede haber un menosprecio tan evidente de quien se considera el número uno de una competición que institucionalmente desprecia? El Real Madrid es hoy solo un número. 

La Europa del 36

Ganar, ganar, siempre ganar. Ganar por encima de todo y cueste lo que cueste, justificando cualquier cosa que ocurra durante el camino porque el fin lo vale todo. Atrás queda ya olvidado, en las profundidades del cajón de la vergüenza, el banderín levantado con el empate del Bayern en el Bernabéu. O el gol anulado al Leipzig. Es imposible enumerar como hace el madridismo con sus éxitos sin alma las situaciones en las que ha salido beneficiado. Pocos se acuerdan de las extrañas circunstancias en la que los blancos ganaron al Atlético de Madrid en dos finales, convirtiéndose en nuevas víctimas, o la ya comentada ante la Juventus.

¿Qué más da si Sergio Ramos tumbó a Salah cuando casi no había arrancado la final ante el Liverpool? Todo eso y mucho más forma parte de un camino que el Real Madrid desprecia, que recorre asqueado porque, en el fondo, le molesta recorrerlo. Y es así. La Champions es una competición que al Real Madrid le resulta un incordio porque lo único que le interesa es seguir añadiendo un número más a esos trofeos faltos de sentido. ¡Felicidades por la quince! ¡Que la dieciséis llegue rápido porque la diecisiete espera!