Opinión

El verdadero ‘influencer’

L'entrenador del Manchester City, Pep Guardiola, besa el trofeu en guanyar la Champions 2023

L'entrenador del Manchester City, Pep Guardiola, besa el trofeu en guanyar la Champions 2023

Lo que despierta, ha despertado y, casi con toda seguridad despertará Pep Guardiola es difícil de medir. En cualquier caso, sobrepasa con creces la norma, no encaja en los parámetros convencionales y en él confluyen sentimientos tan antagónicos como el amor y el odio; la rabia y la serenidad; la fascinación y el desprecio. Conseguir un segundo triplete y ascender un escalón más en el olimpo del fútbol ha vuelto a desatar una catarata de loas y críticas. Pero en esta ocasión también se suma a la ecuación un nuevo ítem: la indiferencia impostada.

Reconocer el mérito del Manchester City y de su técnico pasa por admitir, por ejemplo, que el partido ante el Inter de Milán no fue bueno. El mismo Rodri, autor del gol, reconocía con sinceridad que su primera mitad había sido poco menos que un desastre. Tres frases de Guardiola y su amor propio le convencieron que podía revertir esa imagen. Así fue y ahí está su impresionante golpeo y el único tanto del encuentro en los libros de historia. Que el jugador español fuera el nombre de la final de la Champions League fue recibida en muchos lugares de este país como un rayo de luz en plena oscuridad. Un regalo que transformaría portadas y editoriales en un reconocimiento al centrocampista, un imprescindible para Pep, que serviría para opacar al entrenador catalán. Escribo con intención la palabra que acompaña al cargo porque, junto a su barcelonismo, su genialidad, su ideario político y su éxitos incuestionables, es algo que no soportan a tiro de puente aéreo. Y sí, se ha intentado pasar de puntillas sobre su nombre y desviar el foco hacia el equipo, los festejos y los propietarios del club.

LA NOSTALGIA

Quienes vimos el partido en Barcelona, comprobamos la alegría y la nostalgia que supuso este nuevo triunfo de Pep. Petardos y recuerdos convivieron la noche del sábado mientras los culers echaban la vista atrás. Semanas llevan haciendo lo mismo con Messi. Uno sigue su camino. El otro, también. Ambos, lejos del viejo Camp Nou al que hoy acuden muchos a despedirlo entre cascotes. Aún cuando parece que el Barça va saliendo del pozo con una Liga extraordinaria -poco valorada y denostada por los mismos que hacen lo propio con Guardiola- y un equipo femenino al que agarrarse para sustentar el sentimiento de pertenencia, es imposible no recordar. Porque ver a Pep y a los suyos dando otro paso más en la élite del fútbol, te lleva a aquellos años donde el FC Barcelona señalaba el camino y fue inspirador.

LA INFLUENCIA

Cuando no había prácticamente redes sociales ni existían los ‘influencers’ conocidos como tal, aquel equipo influyó en todos. En los que jugaban, en los que entrenaban, en los gestionaban y en los que pagaban la cuota de socio. Cuando hoy prima la inmediatez y la superficialidad, entonces esperabas para volver a ver y valorabas el análisis. Dicen que para que alguien te influencie le debes admirar. Es lo que sucede en muchos casos con Pep Guardiola. Porque lo suyo ni es flor de un día, ni dura quince segundos ni puedes guardarlo a golpe de ‘pantallazo’. Memoria histórica.