Opinión

No pierdan el vuelo 4-3-3

Joao Félix con Xavi Hernández en el momento del cambio ante el Amberes

Joao Félix con Xavi Hernández en el momento del cambio ante el Amberes / VALENTÍ ENRICH

¡Apaguen los móviles, comienza el espectáculo!”. Así acabé LA CONTRA del viernes pasado (¡No me dirán que no les avisé…!), e inmediatamente después de publicarla, y en solo cuatro días, hemos alzado ambas manos al viento de Montjuic ocupando todos los deditos con espléndidos goles que dibujan la pista de despegue del nuevo Barça al que se refirió Joan Laporta el día de la presentación de Deco, sin abrir la boca.

Un servidor, cuando dirige una campaña electoral, emplea horas y horas en analizar tanto a su candidato como a los oponentes para conseguir modular y equilibrar el lenguaje verbal más oportuno, pero mucho más importante aún es conseguirlo con el lenguaje no verbal, y es que el control del primero resulta sencillo y depende exclusivamente de la voluntad, del ensayo y del trabajo de memorización, pero el segundo, el de la expresión facial, gestual, corporal y por lo tanto natural, resulta muchísimo más complejo de dominar ya que es el fruto de la personalidad más íntima de cada uno forjada en años de evolución personal, y ahí es donde se descubren, con método y astucia, los puntos álgidos y débiles de cada individuo.

Laporta domina como pocos el arte de la oratoria y “comunicar”, en el sentido más excelso del término, es para él casi un ejercicio involuntario. Su parte vulnerable y más indomable, la del paralenguaje, en la que si está contento lo transpira por cada poro de su piel y en la que por el contrario si se cabrea te atraviesa con la mirada, lo delata, y ese jueves Joan Laporta en sus formas y palabras controladas mostró una cauta satisfacción, pero en sus silencios, sus largos, orgullosos y saciados silencios, desprendió auténtico deleite y fascinación ante lo que él percibía que se avecinaba. Y no se equivocó, y nosotros lo leímos.

Efectivamente, en pocos días y con la nueva estructura deportiva acabada y la simple pero opulenta aportación de los nuevos incorporados: Gündogan, Lamine Yamal, Oriol Romeu, Félix y Cancelo, el paradigma estilístico del primer equipo se ha girado de manera abrupta y caprichosa como un calcetín, y lo que otrora era un enigma y un mar de dudas con píldoras sueltas y aisladas de juego vistoso y preciosista, hoy, uno tiene la sensación de que se va a convertir si no lo ha hecho ya, en una etapa que puede marcar una época, y en la que Xavi Hernández, ahora sí y con las piezas adecuadas facilitadas por la entidad, va a demostrar lo que tanto ha intentado: Que su Barça, nuestro Barça, vuelva a abrir el campo, vuelva a circular de manera endemoniada, y vuelva a ser reconocible y reconocido.

Está en sus manos. Yo confío en él.