Opinión

Ocho héroes

Varios jugadores del fútbol base del Barça celebran un gol en la disputa de la Liga Promises

Sigue las semifinales de La Liga Promises en vivo / LaLiga

Eran irreductibles, o, mejor dicho, solo se les podía dañar desde dentro, y lo hicieron…

Aparecían como el último equipo infantil de su club. Ni caso, contestatarios y testarudos, maravillaron y quedaron a solo dos victorias de ganar el campeonato. Eran inmensos, generosos, osados y solidarios. Eran muy guapos. Eran amigos. Hoy no existen como equipo.

No importa el club al que me refiera, créanme que no es importante, el problema no es un club de barrio, sino que en edades formativas, alguna entidad tenga aún el 'ganar” como única meta y al final de temporada sean capaces de expulsar niños, olvidando su sagrada misión de formar seres humanos sacrificados pero felices, no triunfadores.

Poco importa que la FCF se deje la piel en campañas concienciando que el fútbol en la infancia y la adolescencia es lealtad, crecimiento, cohesión e integración, después, algunos clubes son lo que son… La mayoría jamás expulsarán un niño por competitividad; otros, en cambio, dejan caer su careta y te hacen descubrir que no están al servicio social de los niños y sus familias, sino las familias a su mísero servicio competitivo o económico.

Ese, era un equipo ecléctico, diferente, divertido, donde el alto y poderoso cubría al bajito que luego resultaba el más diablillo y el más listo, donde el más rápido compensaba al más lento porque este atesoraba el mejor pie para asistir o chutar, donde, resumiendo, todos ayudaban a todos. En la banda, el mejor entrenador, hijo de una auténtica leyenda, un míster de corazón enorme, exigente, dúctil e implicado que supo ver en todos sus niños, sin excepción, función y talento hasta convencerlos de que, si no estaban todos, si no estaban juntos, no eran nada. Pero su club lo dejo solo en sus valores.

Llegó el cambio de categoría: ¡Cadetes de primer año! Y, aún emocionados, el club informa que ocho de ellos serán apartados y despedidos por motivos “de competitividad deportiva”. Dramático porque ellos ya han aprendido que, “si faltan ocho, faltarán todos”.

Si hoy, como cientos de padres, buscan un club para sus hijos, no pregunten por el vestuario, el campo o las instalaciones al visitarlo, háganme caso, pregunten por sus valores y su lealtad hacia los chavales. Pregunten si prima el respeto o el resultado.

Y si les toca el trance de asumir que su hijo es arrancado de su grupo, de su proyecto, de su 'equipo'… Cuando como padres les pregunten: "¿Por qué me echan? ¿Qué he hecho mal?", digan la verdad: "Nada, hijo mío, nada… Te ha tocado vivir en una sociedad, donde para algunos, el destino prima sobre el camino, y el dinero puede más que el instinto y la libertad".

Deberíamos reflexionar.