Opinión

Laporticidio

Joan Laporta, en su llegada a Bilbao

Joan Laporta, en su llegada a Bilbao / Javi Ferrándiz

La marca Laporta, tras ganar las pasadas elecciones, parecía la mejor garantía para dar un giro a la convulsa situación en que se encontraba el club en ese momento. A medio mandato: ese crédito lo ha perdido totalmente. Día tras día, tras su llegada a la presidencia, a golpe de decisiones dictatoriales, ejercicio poco transparente del club y eliminación continuada del talento ejecutivo han convertido al Barça en un modelo emblemático de gestión cuñadista. Visto desde la actualidad, el titular de la pancarta que ayudó a ganar las elecciones debe ser el hazmerreír en la capital española. Cada día están encantados de ver las actuaciones del laportismo.

En ese mundo de los ismos del ecosistema culé, el actual mandatario ha demostrado un canibalismo furibundo de ajenos, primero, y propios, después. Destruyéndoles o haciéndoles que huyeran despavoridos, ya fueran amigos o enemigos. En su núcleo duro ya solo quedan los abrazafarolas que ejercen de amiguísimos íntimos, abonados a ejercer de palmeros incondicionales para seguir ocupando lugares que, sin el relacional, nunca deberían haber ocupado por trayectoria o caché. 

El autodenominado cigalero no engaña, es así, aunque como que caía simpático, se le permitía que nos tomara (les tomara) el pelo a cambio de caer siempre derecho. Para algunos, el morro que le pone a todo lo convierte en ese populista simpático que te gustaría tener como amiguete cuando sales de fiesta. 

Creo que ese estado de ánimo lo ha finiquitado él solito. 

Es imposible enumerar las decisiones fratricidas del dirigente, daría para una edición entera. Los dedos de una mano bastarían para ejemplificar las decisiones estratégicas y analíticas de este mandato.

El filibusterismo callejero de medio pelo, propio de los trileros de Les Rambles (¿dónde está la bolita?), es uno de los elementos más característicos del mandatario en esta era. En la ciudad de las grandes escuelas de negocios, la gestión es propia de ninis. La emocionalidad supera a la racionalidad en el tacticismo diario. Todo suena a broma y, en algunas ocasiones, de mal gusto.

Detonante Xavi

La forma en que se despidió a Xavi era una bomba lapa en el asiento del presidente, el día antes de una final de Champions League. Por suerte no le explotó. Pero quedará como una falta de respeto al femenino, el único bastión deportivo actualmente. Una decisión tememaria más. El epílogo de la tercera temporada de la serie ha sido la más gore de todas, ni Quentin Tarantino lo hubiera escrito más bestia. La autodestrucción del personaje es dantesca.

La teoría del caos por doquier. Por suerte, el club parece que lo aguanta todo, vamos a ver qué queda en Aristides Maillol cuando abandone la entidad. Por favor, márchese, no espere a que le echen. Cada día que pase la salida será más traumática. La suerte no lo resuelve todo, querido Jan.

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