Opinión

Los Juegos de París, lo más parecido a Barcelona 92

Saul Craviotto, Marcus Walz, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade, en el K4 500 de los JJOO de París 2024.

Saul Craviotto, Marcus Walz, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade, en el K4 500 de los JJOO de París 2024. / EFE

París ha conquistado la Medalla de Oro con unos Juegos que pasarán a la historia por su brillantez y popularidad. Convertir la capital francesa en un plató de televisión con la Torre Eiffel y el Sena como protagonistas fue una magnífica idea. La seria amenaza del terrorismo se solucionó con medios, 65.000 hombres y un presupuesto de 420 millones que incluía los sistemas más sofisticados de control de cámaras y tecnología punta con inteligencia artificial. No en vano, la seguridad se ha convertido en un capítulo importante de los presupuestos de los grandes eventos.

El CIO ha superado con la mejor nota el desafío. Los Juegos del 2024 han hecho olvidar lo sucedido en Tokio 2021 cuando el Covid y sus mascarillas deslucieron la competición. En Paris se vendieron todas las entradas, se agotó el merchandaising y las gradas estaban llenas desde el primer día. Las audiencias televisivas han batido récords de audiencia, las redes sociales han eclipsado a la prensa de papel mientras que internet y los móviles han llevado al Olimpismo a la cima del mundo digital.

La fuerza de los Juegos es incomparable, está muy por encima de cualquier evento deportivo. Durante 16 días reúnen a los mejores atletas del mundo que solo luchan por las medallas. El honor y la gloria prevalecen al dinero. La felicidad de Djokovic, después de ganar a Alcaraz en el partido de su vida, lo decía todo. Dio más valor al oro de París que a los 23 títulos de Grand Slam. A otro nivel y sin restarle importancia, un policía de Gijón, Saúl Craviotto, se ha convertido en leyenda viva del deporte español después de conquistar seis medallas.

Los Juegos de París han sido lo más parecido a Barcelona 92, han recuperado las esencias, han respetado la tradición y se han ganado el corazón de los parisinos como en su día sucedió con los barceloneses. Han sido más austeros que Rio y Tokio, 9.700 millones cubiertos en un más de un 80% por los derechos de TV, patrocinadores, ticketing y merchandaising. Dejan un legado que durará muchos años como bien sabe Barcelona. La cita olímpica, si se planifican bien, mas que un gasto es una inversión.

El Olimpismo está más vivo que nunca y prueba de ello es que cada cuatro años el mundo sigue girando a su alrededor. Escribo desde París después de haber vivido mis decimosegundos Juegos con la satisfacción de comprobar que se han superado todas las expectativas. Durante unos días las guerras han desaparecido de las portadas, los escándalos políticos quedan en segundo plano y los aficionados disfrutan con los nuevos campeones. Se habla más de Duplantis que de Mbappé, el medallero se convierte en la biblia y los aros olímpicos son sinónimo de gran espectáculo. ¡Por muchos años!

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