Opinión

La gran decisión de Nadal es saber retirarse a tiempo

Querer ya no es poder, los 38 años psaan factura

Rafa Nadal, tras su derrota junto a Carlos Alcaraz en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Rafa Nadal, tras su derrota junto a Carlos Alcaraz en los Juegos Olímpicos de París 2024. / DANIEL IRUNGU / EFE

Vaya por delante que nadie tiene que decirle a Rafa Nadal lo que debe hacer con su futuro. Es dueño de su destino, se ha ganado el derecho a decidir su retirada cuando quiera y como quiera. Con 38 años y un palmarés excepcional, haga lo que haga pasará a la historia como un grande del tenis. Un campeón irrepetible, un deportista profesional honesto, una persona que solo ha ganado amigos.

Elegir el momento del adiós siempre es difícil, pero Rafa se ha ido de París consciente de que no volverá a pisar la tierra de Roland Garros. Sabe perfectamente que querer ya no es poder. El cuerpo le ha enviado varios mensajes en forma de lesiones que tiene que aceptar con resignación. Los últimos resultados son reveladores. La derrota frente Zverev en Roland Garros fue la confirmación de que volver a ganar un Grand Slam ya no es posible. El último baile con Djokovic en París 2024 confirma un ocaso irreversible. La gran ilusión del doble con Alcaraz acabó en frustración. El objetivo de conquistar una medalla en los Juegos quedó lejos por lo que regresó a Mallorca dejando en el aire su futuro.

Sus declaraciones reflejan tristeza, dudas y realismo. “No he estado al nivel que esperaba para ganar medallas. No sé si ha sido la última vez, es posible que sí". Palabras sinceras que dan pie a muchas suposiciones. La gran decisión la quiere tomar en frío, en su casa, rodeado de los suyos y sin presiones. Debe analizar pros y contras de una hipotética continuidad, ya que vive un divorcio entre la ilusión y la razón. El corazón le impulsa a seguir por su amor al tenis. La cabeza le aconseja parar para no arrastrar el prestigio y evitarse decepciones.

Lo más importante es que tome la decisión a tiempo. Meditada y consecuente. Dolorosa pero necesaria. Los años pasan factura y no es cuestión de desafiar la genética. Federer cuando vio que el cuerpo le fallaba no dudo en dar un paso al lado. Es ley de vida. Rafa es demasiado inteligente para engañarse a sí mismo. En los Juegos Olímpicos ha cerrado una etapa con honores de campeonísimo como quedó claro con el protagonismo que tuvo en la ceremonia inaugural. Iniciar otra etapa sin futuro deportivo no parece aconsejable.

Nadal siempre continuará vinculado al tenis, es su mundo y ha sabido forjarse un futuro con su magnífica Rafa Nadal Academy en Manacor y con iniciativas turísticas con el grupo Melià. Cuando cuelgue la raqueta se convertirá en un personaje importante en el mundo de los negocios deportivos por su experiencia y conocimiento. Tampoco hay que descartar que una vez anunciada la retirada oficial de las competiciones, realice una gira mundial de despedida con exhibiciones en varios continentes. Un campeón como él se tiene que ir por la puerta grande, con un palmarés de leyenda y una carrera de ensueño.