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Fe e ilusión en el Barça de Laporta y Xavi

El gran mérito del entrenador este año y el mejor argumento para su continuidad ha sido la apuesta por la espléndida generación de la Masia

Xavi Hernández saluda a Joan Laporta.

Xavi Hernández saluda a Joan Laporta. / EFE

El 19 de octubre de 2016 el Barça ganó al Manchester City 4-0 en la fase de grupos de la Champions. Un hat trick de Messi y un gol de Neymar dieron la victoria a los azulgranas en una edición de la Champions que depararía un subidón y tres disgustos: 4-0 en París contra el PSG y 6-1 a la vuelta en octavos, 3-0 en Turín y 0-0 en cuartos. Según cuenta Martí Perarnau en su libro ‘Dios salve a Pep’, al día siguiente de esa goleada se reunió la dirección deportiva del Barça. A pesar de la victoria, cuenta Perarnau, el núcleo duro azulgrana se mostró preocupado por el partido: “El City ha mostrado una verdadera identidad de juego y nosotros no. Ellos han perdido el partido y nosotros podemos perder nuestra identidad”. “En aquel momento –escribe Perarnau—20 de octubre de 2016, nadie podía imaginar que esta reflexión podía cumplirse de una forma tan demoledora en el futuro. Para bien en el caso del Manchester City, para mal en el caso del F.C. Barcelona”. 

Pensaba en este pasaje del libro de Perarnau mientras escuchaba al presidente del Barça, Joan Laporta, afirmar en la rueda de prensa del ‘se queda’ de Xavi que la afición del Barça ha recuperado la ilusión en esta recta final de la temporada. Las sensaciones, sobre todo basadas en sentimientos como la ilusión, siempre son subjetivas, y por tanto irrefutables. Los hechos, en cambio, son incontestables. La semana que acabó con el cambio de opinión de Xavi respecto a su continuidad en el banquillo del Barça empezó con la eliminación de la Champions en casa contra el PSG (1-4) y la despedida casi definitiva de la Liga en el Bernabéu contra el Madrid (3-2). El 4 es el número maldito de este año: 1-4 para decir adiós a la Champions, 4-1 contra el Madrid en la Supercopa, 4-2 contra el Athletic de Bilbao en la Copa del Rey y cuatro clásicos consecutivos perdidos contra el Real Madrid (como ‘bonus track’, el 2-4 del Girona en Montjuïc). En Champions, este año, el Barça ha jugado contra el Amberes, el Shaktar, el Oporto, el Nápoles y el PSG, con un balance de 6 victorias, 1 empate y 3 derrotas. Lo dicho: cada uno se ilusiona con lo que quiere o puede.  

La nueva generación de la Masia

A mí, del Barça 23-24 me ilusiona muchísimo la irrupción de la nueva generación de la Masia. Lamine, Cubarsí, Fermín, Héctor Fort, Guiu, junto a Gavi, Balde, Araujo y Pedri (no es canterano pero por edad y estilo de juego es como si lo fuera), forman una extraordinaria columna vertebral para el futuro. Son ellos, precisamente, el mejor argumento para la continuidad de Xavi. El de Terrassa ha tenido la valentía de apostar por ellos, de hacerlos debutar y de convertirlos en jugadores importantes en el equipo, y en contraprestación los jugadores profesan una comprensible admiración por él, como entrenador y como mito azulgrana. Otro entrenador difícilmente hubiese apostado por ellos y, en caso de que Xavi no hubiera seguido, no es aventurado pensar que corrían el riesgo de dejar de ser importantes. 

Pero más allá de los canteranos, me cuesta encontrar otros motivos para la ilusión. Respecto al Barça 22-23 que ganó la Liga, el de esta temporada ha perdido contundencia defensiva y no ha ganado ni juego ni pegada. La mejor versión de este año no ha rayado a la altura del que bailó al Madrid en la final de la Supercopa del año pasado ni a la fiabilidad competitiva de aquel equipo del 1-0 y 0-1 (tan criticado, por cierto). El rendimiento de los fichajes de este año (Romeu, los Joaos, Vitor Roque, Gundogan) no ha mejorado a los del año anterior, sin ser el suyo un balance excelso. Canteranos al margen, no es aventurado afirmar que ni individualmente ni como equipo este año se ha experimentado una mejoría respecto al anterior. 

Aquel Mónaco del 2017

Aquel City del 2016 que perdió 4-0 contra el Barça, resultado duro aunque fuera en la fase de grupos, cayó en octavos contra el sorprendente Mónaco de Mbappé, Falcao y Bernardo Silva por el valor doble de los goles fuera de casa (3-1, 5-3). Quedó tercero en la Premier y semifinalista en la Copa. Como escribe Perarnau, aquel equipo tenía un proyecto, una identidad y una idea de juego a desarrollar. ¿Cuál es el proyecto, la identidad y la idea del Barça de hoy? Me ilusionaría pensar que existe y que evoluciona a mejor, pero dado que el entrenador hasta anteayer quería irse al acabar esta temporada, ilusionarse en ello es sobre todo una cuestión de fe. Y la fe cotiza a la baja hoy en el entorno azulgrana. 

Habrá que aferrarse a la Masia y a Lamine, el primer sustituido del partido del PSG.