Opinión

Bienvenidos al mundo real y sin artificios

Mbappé debutó con mal pie en LaLiga

Mbappé debutó con mal pie en LaLiga / Efe

Bienvenidos al mundo real. Ustedes, lectores y lectoras, y todos los implicados en el negocio, la pasión y las idas y venidas económicas y emocionales de esta nuestra Liga. Dedico especialmente este recibimiento a Kylian Mbappé, jugador deseado desde hace seis largos años por el Real Madrid, que aterrizó en Son Moix y se dio de bruces con la realidad. Lo vivido en Francia, amparado y abrigado por un país y un club estado, se ha tornado en una (hoy) brisa fresca que puede convertirse en una DANA más allá de la isla balear. Mientras su corona aparecía radiante en el vestuario francés, las cosas son extremadamente diferentes en el español. No sólo de bienvenidas en el Bernabéu vive el hombre. Entre toallas, taquillas y linimentos, con el sabio Ancelotti gestionando ungüentos y material humano, la cosa cambia. Si a ello le sumas lo que se va a encontrar en el 85% por ciento de los campos hispanos, más leña al fuego.

La adaptación de Mbappé al Real Madrid no pasa por amistosos, presentaciones y fotografías con retoque. Pasa por campos tan duros de pelar como el del Mallorca, en el que buscó y no encontró. Otro sí se fue con premio. Su compañero Rodrygo, al que en la capital le recortan de las fotografías, fue el autor del único gol de su actual equipo. Poco le ha faltado al chico para reivindicarse en su canal de whatsapp y en borrar a la voz del diablo el contenido del mensaje con las justificaciones oportunas. En él pedía añadir la ‘R’ mayúscula al tridente que copa el podio del Balón de Oro (siempre según lectura madrileña, qué poca gracia le hará a Rodri) y todo apunta que es con minúscula como se va a escribir en las crónicas. Un empate y miren ustedes, veinticuatro horas después, lo que provoca. Bienvenidos al mundo galáctico.

La ‘operación maquillaje’ no tardó en aparecer. Para los no habituados al mundo del estilismo facial, incluye conceptos como el iluminador, el corrector y la base. Parecen hechos para el fútbol. El primero es el foco. La luz. El brillo. Esos jugadores de extraordinaria factura que Florentino Pérez ha logrado reunir en su primera plantilla masculina. Los que lo van -o iban- a ganar todo. Los que llenan minutos de programas audiovisuales y de lectura. Los números uno. Los más grandes. Todos ellos, sin excepción, se la pegaron ante el equipo de Arrasate. Siguen siendo tan buenos como antes del partido pero ya suman un correctivo que pocos esperaban. El iluminador se olvidó de Muriqi y del fútbol efectivo y trabajado.

Llegó el corrector. Don Carlo Ancelotti. Más listo que el hambre, también fue el más autocrítico. Sabedor de los dos días y medio de fiesta que había dado a su plantilla, además de todo lo visto en el césped, habló en un lenguaje que todos entendieron pero que pocos tradujeron. El entrenador blanco señaló las pequeñas taras antes de aplicar el producto que las haría casi invisibles. Casi nadie le entendió y se optó por justificar y dar valor a lo que ya sabemos. A lo fichado y a las luces de neón. Lo de cuidar los detalles no estaba en el guión de los agitadores. En el de Ancelotti, sí.

La base. Ese inicio de todo maquillaje bien hecho. Desde la que parte todo lo que veremos después. Desde donde sustentas el trabajo que verá la luz. Los fundamentos. La cantera. Lo que te enorgullece cuando sales a la calle y tienes algo más que buena cara: eres tú en tu mejor versión. Eso es el Barça de hoy. Bienvenidos al mundo real y sin artificios. 

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