Otra Asamblea que pasará por el aro

Asamblea extraordinaria de socios compomisarios del Barça

Asamblea extraordinaria de socios compomisarios del Barça / FC BARCELONA

Ernest Folch

Ernest Folch

El socio del Barça dará hoy un cheque en blanco a la junta directiva para activar todas las palancas que crea necesarias. No hace falta tener una bola de cristal porque la estadística es casi infalible: en la última década ninguna junta ha perdido una votación trascendente.

La tradición dice que la Asamblea, como mucho, envía advertencias simbólicas: le bloqueó a Laporta el cambio de status de la Confederació Mundial de Penyes y propinó una sonora bofetada a Bartomeu tumbándole la reforma del escudo y la implantación del voto electrónico (tras un esperpéntico cambio de opinión de la propia junta), pero el revés, por muy sonoro que sea, se produce siempre en asuntos menores.

Es un órgano capaz de votar a favor y en contra del patrocinio de Catar en pocos años de diferencia y con argumentos contrapuestos, como es capaz de enviar una junta a una cruenta acción de responsabilidad para posteriormente avalarle toda su gestión cuando vuelve al poder: es probable que si la junta actual votase una acción de responsabilidad contra la junta que ordenó la primera la aprobaría sin problema y sin rechistar. No es que la Asamblea sea esquizofrénica, es que simplemente está controlada por la junta que gobierna en cada momento.

La Asamblea de hoy se ha programado en día laborable y en formato telemático, una maniobra poco sutil para limitar cualquier tipo de protesta. El vicepresidente Eduard Romeu ha justificado que la Asamblea sea virtual "para fomentar las nuevas tecnologías", uno de estos argumentos peregrinos para esconder cuál es la verdadera razón.

Hoy la Asamblea votará sin casi información (se votará sin saber el quién ni el cuánto de las ofertas) una total y dudosa transferencia de competencias, con la eterna excusa de la "confidencialidad", la coartada que usa cada junta directiva para no tener que detallar nada de lo que hace. Ya en su momento la confidencialidad fue la excusa para no contar los sospechosos entresijos del acuerdo con Catar.

La Asamblea, pues, volverá a pasar por el aro del poder, sí, pero como ha hecho siempre. Es un órgano que permite dar apariencia de democracia y que los socios nos vayamos a casa pensando que somos un club muy democrático. No nos falta parte de razón: comparado con los clubes estado de las dictaduras del petróleo o la oligarquía blanca, el Barça ofrecerá hoy al socio el consuelo de poder decidir un poquito, pero sin pasarse. Es decir: lo de siempre.