Discurso de investidura

Salvador Illa promete una Cataluña "unida" y hace suyo el legado de Aragonès

Afirma que la unión de los catalanes pasa por la aplicación de la amnistía "sin subterfugios"

Salvador Illa, durante su discurso de investidura en el pleno del Parlament.

Salvador Illa, durante su discurso de investidura en el pleno del Parlament. / Jordi Otix

Sara González

Impávido ante la incertidumbre del paradero de Carles Puigdemont, el líder del PSC, Salvador Illa, se ha subido al atril del Parlament dispuesto a exponer sus credenciales para ser investido presidente de la Generalitat. 45 minutos de discurso. Ni uno más ni uno menos con la intención de ir al grano para obtener este mismo jueves los 68 'síes' de ERC y de los Comuns. Consciente de que su proclamación certifica el fin del 'procés', por lo menos tal y como se había entendido hasta ahora, ha prometido que su vocación es que los ocho millones de catalanes se sientan parte de la "misma Cataluña", una "nación abierta plural y diversa" dentro de una "España plurinacional" en el marco de una España federal.

Una cosa que también pasa, ha defendido, por la aplicación de la amnistía "sin subterfugios". De hecho, pese a ser siempre comedido a la hora de dirigirse al poder judicial, ha reclamado "respeto" por lo decidido por el poder legislativo. Hacer tabula rasa, dejar atrás la judicialización que ha azotado la última década la política catalana, es el pilar de ese "tiempo distinto" que se abre paso tras las elecciones del 12 de mayo. Un nuevo ciclo ya sin mayoría independentista, alejada de la confrontación y "alineada" con el Gobierno que Illa defiende que requiere de una "hoja de ruta" y "recetas" diferentes a las que hasta ahora han marcado el rumbo. Para el presidenciable socialista, esa Catalunya es la que ha empezado ya a construir el Govern de Pere Aragonès, de quien asume el legado sin matices.

"El país está hoy mejor"

Su proyecto pivota en una "tercera gran transformación" en Cataluña, tras la liderada por Jordi Pujol primero y por Pasqual Maragall José Montilla con los dos tripartitos después, de la que, ha insistido, el ejecutivo saliente ha puesto los "fundamentos". No deja de ser significativo que tras una legislatura en la que el PSC ha criticado duramente la gestión de ERC, Illa haya verbalizado que hace suya esa herencia y asumido que "el país está hoy mejor" tras el paso de Aragonès por la Generalitat.

Y es que, en la nueva etapa que se abre, el aspirante a la presidencia ha asumido que "solo" no puede impulsar las políticas que Catalunya precisa, motivo por el que ha solemnizado que incorpora en su programa de gobierno de forma "íntegra" los dos acuerdos sellados con ERC y los Comuns. De los dos pactos -solo de investidura, ha precisado- ha destacado, especialmente, la financiación singular, que los republicanos definen como la "soberanía fiscal". Para Illa este es un "paso substancial y necesario para el autogobierno" sin que vaya en detrimento de la solidaridad con el resto de territorios.

Dialogar con todos, menos con Vox y Aliança Catalana

Nada más ha dicho de esta carpeta, con cada palabra calculada al milímetro, consciente de que todo lo que diga será escudriñado por todos los flancos, tanto de los defensores que tienen que darle su 'sí' como de sus detractores. También ha subrayado el paquete de medidas para potenciar el catalán y, fruto de la entente con los Comuns, lo acordado en políticas de vivienda, que ha definido tan "ambicioso como factible". Esa coalición para la investidura, pese a que el Govern será monocolor del PSC, es la aritmética con la que se ha comprometido a gobernar. Aunque también asegurado que "tenderá la mano" a partidos como Junts y el PP. "Dialogaré con todos, menos con los del discurso de odio, que son Vox y Aliança Catalana", ha prometido.

El aspirante ha esbozado los ejes de su agenda de gobierno, aunque sin entretenerse. Ha mencionado el reimpulso de los servicios públicos, una reindustrialización verde, una agenda de infraestructuras para hacer frente a la sequía, superar una de las "barreras de la desigualdad más grandes" que tiene la sociedad en estos momentos, que es la crisis de la vivienda, poner coto a los pisos turísticos y de temporada, "coser" Cataluña con trenes o ampliar la plantilla de Mossos hasta los 22.000 agentes en 2030. Nada que pudiera chirriar a los oídos ni de los republicanos ni de los Comuns.

Sin "destruir" ni "insultar"

Su talante, ha remarcado, va a ser el de defender con "contundencia y vehemencia" el proyecto de su Govern a sabiendas de que no tiene la confianza de buena parte de la Cámara. Está dispuesta a "contrastar" y a debatir, pero no a "destruir o a insultar". La "mala educación", ha insistido, debería quedar al margen de la arena institucional por más discrepancias que haya. "Nos haremos un favor a todos", ha dejado caer.

Illa ha reivindicado su bagaje y sus orígenes, su familia "humilde y de clase trabajadora, de abuelos agricultores y de montaña", y también su formación en el "humanismo cristiano". Y no ha olvidado tampoco a su mentor político, Romà Planas, quien fuera también secretario personal de Josep Tarradellas. Justo este 7 de agosto, ha recordado, se cumplieron 70 años desde que este último fue escogido presidente en el exilio, en Ciudad de México. Él espera hoy salir por la puerta grande del Parlament ungido como el 133 jefe de la Generalitat.