Perfil del nuevo ministro

Óscar López, un 'pata negra' del PSOE marcado por una larga y accidentada relación con Pedro Sánchez

La trayectoria del flamante titular de Transformación Digital está unida a la del presidente del Gobierno desde los años 90, pero la pasada lucha fraticida en el partido los separó hasta que se volvieron a unir 

Óscar López, cuando era secretario de Organización del PSOE, en noviembre de 2013.

Óscar López, cuando era secretario de Organización del PSOE, en noviembre de 2013. / JOSÉ LUIS ROCA

Si se hiciera un examen entre los miembros del Gobierno sobre la personalidad de Pedro Sánchez, pocos dirigentes, quizá ninguno, sacarían mejor nota que Óscar López. El nuevo titular de Transformación Digital tiene una dilatada, estrecha y accidentada relación con el presidente del Gobierno. Ambos se conocen desde los años 90, cuando ejercían de asesores del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo, y sus trayectorias siempre han estado ligadas. Pero un importante altibajo en el momento más convulso de la historia reciente del partido los distanció hasta que se volvieron a unir, en una reconciliación que llevó en 2021 a López a ser el jefe de Gabinete de Sánchez, su persona de máxima confianza, y tres años después, desde este miércoles, a formar parte del Consejo de Ministros. 

López es un ‘pata negra’ del PSOE, un político que conoce la organización, igual que a Sánchez, mejor que nadie. Los dos fueron pupilos de José Blanco cuando el gallego ocupaba la Secretaría de Organización del partido, con José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general. Pero Sánchez siempre estuvo allí un peldaño por debajo. El nuevo ministro de Transformación Digital y de la Función Pública saltó primero de la fontanería de Ferraz, cuartel general del PSOE, al liderazgo en Castilla y León. Después, de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba, a ser el secretario de Organización, la persona que dirige las riendas internas del partido. Mientras tanto, a Sánchez le esperaban cometidos más modestos: concejal opositor en el Ayuntamiento de Madrid y diputado raso en el Congreso. 

Pero en 2014, sin que nadie lo esperara, la relación se invirtió. Sánchez, un dirigente entonces desconocido, alcanzó el liderazgo socialista frente a Eduardo Madina gracias al apoyo de los líderes territoriales. El nuevo secretario general tuvo que hacer equilibrios con los barones para diseñar la ejecutiva, pero intentó formar un núcleo duro con personas muy cercanas. Entre ellos, López, nacido en Madrid en 1973 y licenciado en Ciencias Políticas, un dirigente que suele ser alabado entre sus compañeros por su capacidad de trabajo, discreción, seguridad, intuición y cintura política, aunque varios de los que resaltan estas aptitudes añaden que anda escaso de “carisma”. En cualquier caso, se convirtió a partir de 2015 en el portavoz socialista en el Senado. 

Y entonces, poco más de un año después, estalló la bomba atómica.

Caída y rehabilitación

Tras asumir que no era el líder dócil y manejable que habían creído, y amparándose en sus malos resultados en las elecciones generales, los mismos barones que habían ascendido a Sánchez consiguieron defenestrarlo, forzando su renuncia a la secretaría general del PSOE el 1 de octubre de 2016. El nuevo ministro se mantuvo a su lado hasta el final. En cuanto dimitió, sin embargo, decidió dar el salto y apoyar a Patxi López en las primarias. No fue el único entre la antigua guardia pretoriana de Sánchez. Pero el movimiento de su íntimo amigo, al que le unían varias décadas de relación, dolió especialmente al ahora presidente del Gobierno, explicaron en ese momento quienes se mantuvieron fieles al líder caído. 

Así que cuando Sánchez recuperó contra pronóstico la Secretaría General del PSOE, arrasando entre la militancia frente a Susana Díaz y el exlendakari, Óscar López pasó a un segundo plano. A diferencia de muchos otros dirigentes descolocados por el renacer de Sánchez, él no se dedicó a censurar en privado sus decisiones. Simplemente, se mantuvo callado. Al fin y al cabo, es un hombre de partido. Había que esperar tiempos mejores. 

En un nuevo capítulo de la inverosímil carrera de Sánchez, llegaron con la moción de censura a Mariano Rajoy el 1 de junio de 2018. La reconciliación fue progresiva. El jefe del Ejecutivo primero lo nombró presidente de Paradores, un puesto agradecido (dirigir la red de casi 100 hoteles públicos, la mayoría en edificios de alto valor histórico) pero de nula importancia política. Tres años más tarde, fue elegido jefe de Gabinete, un trabajo que normalmente se desarrolla en la sombra pero que supone ostentar mayores cotas de poder que las de muchos ministros. Aquello supuso la rehabilitación completa, sustituyendo en el cargo a Iván Redondo (una persona mucho más heterodoxa, que venía de asesorar a líderes del PP) y volviendo a reconstruir los puentes entre la Moncloa y Ferraz. Sánchez y López caminaban de nuevo de la mano.  

Ahora será ministro. A diferencia de su antecesor en Transformación Digital, José Luis Escrivá, nombrado gobernador del Banco de España, el perfil de López es mucho más político que técnico. Su currículum no denota un conocimiento profundo de las competencias de su departamento. Pero en una trayectoria tan larga como la suya, también ha estado en contacto con estas materias. Fue ponente de la ley general audiovisual y la de transición a la TDT.