Opinión: El desierto está lleno de ‘trampas’

El Dakar cambia el decorado a una velocidad de vértigo y el desierto está repleto de obstáculos por sortear

La navegación tenía que poner el freno, pero no es así y el ritmo pone los pelos de punta

El desierto del Dakar reserva muchos obstáculos a los participantes

El desierto del Dakar reserva muchos obstáculos a los participantes / ASO

Josep Viaplana

Josep Viaplana

La vida en el Dakar da muchas vueltas y a una velocidad de récord. En la segunda etapa tuvimos otro ejemplo de ello cuando después del caos de la víspera algunas cosas volvieron a su sitio. Se experimentó tanto en la carrera de coches, con dos Audi y Nani Roma pugnando por ganar la etapa, como en la de motos, donde el denostado Joan Barreda lideró a un grupo de favoritos que se han vuelto a meter en la pomada de la carrera más abierta de todas. Esto cambia y seguirá cambiando con una celeridad vertiginosa. Así es el Dakar.

Sin ‘trampas’ por delante, se recobró la normalidad. Y cuando digo ‘trampas’ no me refiero a los malintencionados rumores que apuntan a que Nasser Al-Attiyah tiene una ayuda extra para ganar, sino a los obstáculos que los pilotos se encuentran a cada kilómetro –navegación, socavones, piedras…- y que requieren su máxima concentración para no verse atrapados. Cualquier despiste o duda puede costar muy caro en un desierto que se apresta a engullir a los aventureros que se enfrentan a él.

SEGURIDAD La organización tuvo dos objetivos prioritarios cuando cambió la normativa de la navegación: Reducir el ritmo de la carrera y poner freno a la escalada tecnológica que proporcionaba un plus a los copilotos de los grandes equipos. Hoy, entregando el roadbook 15’ antes de la salida, es casi imposible que alguien salga con ventaja y más teniendo en cuenta que los primeros clasificados tienen una cámara –al estilo Gran Hermano- que graba todo lo que sucede dentro del coche y además, controles secretos para determinar si disponen de más ayudas que las permitidas.

La seguridad sigue siendo la asignatura pendiente, especialmente en el apartado de las motos. Llevamos dos etapas y la media de velocidad supera los 100 km/h, superando los 300 kilómetros de especial en cada una de ellas. Van demasiado rápido, sin duda. La navegación tenía que poner el freno, pero no es así y el ritmo pone los pelos de punta.