Tenis

Nadal y Djokovic, último tango en París

Una de las rivalidades más célebres de la historia del deporte vivirá este lunes 29 de julio en los Juegos Olímpicos su 60º episodio, quién sabe si ya el último

Rafa Nadal y Novak Djokovic se enfrentaron por última vez en los cuartos de final de Roland Garros 2022.

Rafa Nadal y Novak Djokovic se enfrentaron por última vez en los cuartos de final de Roland Garros 2022. / MOHAMMED BADRA / EFE

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Quién sabe si será la última vez. Si una de las rivalidades más legendarias de la historia del deporte, no solo del tenis, se terminará definitivamente este lunes 29 de julio (13:30 horas CET) en los Juegos Olímpicos de París. Por si acaso, convendrá disfrutar como si fuera la primera vez, aunque en realidad sea la 60ª. Rafa Nadal y Novak Djokovic frente a frente, un partido de segunda ronda. Pero es mucho más que eso, es el símbolo de un tiempo que se agota irremediablemente, con todos los focos puestos sobre el duelo.

Nadal y Djokovic, por mor del azar del sorteo, quedaron condenados a un cruce que sólo el balear mantuvo entre interrogantes. Primero por sus dudas sobre si afrontar el torneo individual además del de dobles con Carlos Alcaraz, segundo por las dificultades que tuvo para superar al húngaro Marton Fucsovics este domingo en su encuentro de primera ronda. Más fácil lo tuvo un día antes el serbio, que no encontró resistencia en el australiano Matthew Ebden.

Primera vez antes de cuartos

Será, curiosamente, la primera vez que dos de los mejores tenistas de la historia se enfrenten en una estación tan temprana de un torneo. Sin contar la Copa Davis y el Torneo de Maestros, con un formato diferente, nunca hasta ahora se habían visto las caras antes de cuartos de final. Y tampoco lo habían hecho en unos Juegos Olímpicos. Siempre queda margen para las primeras veces.

Son hasta ahora 59 partidos entre los dos, habiendo pasado 18 años desde el primero (2006) que, como el último (2022), correspondió a unos cuartos de final de Roland Garros, ambos ganados por Nadal. Una supremacía clara del balear en arcilla que, sin embargo, no se extrapola al enfrentamiento general, que gobierna Djokovic por un solo triunfo: 30 frente a 29.

Han sido 28 finales (15-13 para el serbio), nueve de ellas en grand slams (5-4 para Nadal), un desafío permanente entre dos tenistas que suman 190 títulos entre ambos, 98 de Djokovic y 92 del español.

Nadal juega en casa

A favor de Nadal juegan sin duda la superficie y el escenario. No ha habido jamás un mejor tenista sobre tierra batida y menos aún en la pista Philippe Chatrier, el patio de su casa, un templo que le idolatra, como se demostró por última vez el sábado en su partido de dobles con Alcaraz.

En su contra, claro está, pesa la inactividad que arrastra en el último año y medio, frente a un Djokovic que continúa inmerso en el ritmo habitual de competición, ofreciendo un altísimo nivel, como demostró hace menos de un mes alcanzando la final de Wimbledon contra Carlos Alcaraz.

"Estoy que no sé el nivel al que puedo llegar a jugar, con lo cual voy a intentar esforzarme al máximo para realmente crearle problemas; pero bueno, es un poquito incierto lo que vaya a pasar. Siempre procuro estar con la actitud necesaria y, si viene la inspiración que me pille trabajando. Ahí estaremos e intentaremos dar el máximo para que sea una noche especial en un ambiente mágico", decía el español tras ganar su partido de primera ronda.

"Si tuviera que elegir, preferiría jugar contra el otro jugador, pero creo que sería un enorme momento para el torneo. Si finalmente jugamos, será un gran desafío tanto para él como para mí y quizá fuera la última vez que nos enfrentemos en un gran escenario, así que en el fondo también tengo ganas de eso", comentó Djokovic a este periódico el sábado, antes de saber que su rival, en efecto, iba a ser Nadal.

Con el compromiso del dobles con Alcaraz también sobre la mesa, el tenista balear afronta el que puede ser su último partido individual en París. Un hito que podría ser histórico, con la belleza añadida de que sería frente a su mayor rival generacional, con permiso de Roger Federer. En cualquier caso, un último tango en París que es un regalo del tenis a estos Juegos Olímpicos.