Segarra, el ‘Gran Capitán’

Fichó procedente del Vilafranca y debutó en 1950 en Les Corts con una goleada al Real Madrid (7-2) en Liga

Tras la marcha de César heredó el brazalete, que lució con extrema responsabilidad y lealtad al Barça

Joan Segarra en una imagen con la camiseta del FC Barcelona en el campo de Les Corts

Joan Segarra en una imagen con la camiseta del FC Barcelona en el campo de Les Corts / FCB

David Salinas

David Salinas

El lunes 9 se cumplirán 60 años de la despedida de Joan Segarra. El 'Gran Capitán' colgó las botas en un amistoso contra el Borussia Dortmund (4-2) en el Camp Nou organizado en su honor después de 14 temporadas de irreprochable servicio al FC Barcelona. Jugador comodín, disciplinado, de una regularidad inverosímil, noble, elegante y hecho de acero, Segarra fue un ejemplo dentro y fuera del campo además de ser uno de esos futbolistas que aportaron valores y solera a la entidad.

Joan Segarra Iracheta nació en la calle Santa Cecilia de la barriada de Sants (Barcelona) el 15 de noviembre de 1927. De padre valenciano (Josep) -aficionado a los toros- y madre bilbaína (Victoria), siempre mantuvo que “ya chutaba balones antes de convertirme en colegial”. Correr detrás de un balón lo volvía loco y con 12 años ya destacaba en el equipo de la Peña Buenos Aires del barrio, del que también cuidaba de su tesorería. Con el estallido de la Guerra Civil (1936-1939) tuvo que dejar los estudios y ayudar en el negocio familiar. Sus padres y hermanos eran transportistas de víveres. Pero nunca dejó de lado el fútbol y durante un tiempo se alineó en el equipo comercial “Panas Llorens”, pasando después al Santsenc, siempre como amateur y jugando de interior izquierda.

Curiosidades

Con 17 años defendió la camiseta del Sant Pol (media temporada) al encadenarse una sucesión de hechos. Allí jugaba su hermano mayor (Josep) y un día se lo llevó para que se ocupara del botiquín. Otro día al Sant Pol le faltaba un jugador y echaron mano del joven Juanito después de falsificar la ficha federativa dado que entonces solo podían jugar los mayores de 18 años. Le pintaron un fino bigote a lo Errol Flynn con carbón para que pareciera mayor y no pudo tener un debut más afortunado: 1-3 al Calella con dos goles suyos. El camino de regreso, recordaba Segarra, “fue inolvidable, durante los cinco kilómetros que caminamos me llevaron en volandas. Jamás toqué el suelo”. Jugar de incógnito, sin embargo, conllevó una penalización al equipo costero tras descubrirse la ilegalidad.

Polivalente, disciplinado, noble, elegante y hecho de acero, defendió los colores del Barça entre 1950 y 1964. Dejó huella por su talento y bonhomía. Líder dentro y fuera del campo, el equipo azulgrana nunca tuvo un referente que generara tanto consenso

Su popularidad fue en aumento, así como su físico: estilizado y atlético. El Vilafranca llamó a su puerta en el verano de 1947 y le ofreció 5.000 pesetas por temporada. Gestionó el fichaje Felipe Martínez Serrano, delegado federativo del club decano del Penedès, su descubridor y padre político, pues en 1952 se casó con Purificación, la menor de sus hijas.

El Barça, atento a su evolución, fichó a Segarra por cinco años y 60.000 pesetas y lo dejó en calidad de cedido el último año que defendió la camiseta del Vilafranca (1949-50). Allí coincidió con el entrenador Cristòfol Solà, exguardameta del Barça en 1930, que lo hizo jugar de extremo izquierda.

Segarra, de golpe y porrazo, pasó de jugar en categoría regional a hacerlo en Primera División. Tenía 22 años. Debutó con la camiseta azulgrana el 24 de septiembre de 1950 en Les Corts contra el Real Madrid, partido correspondiente a la tercera jornada de la Liga 1950-51 de la mano del uruguayo Enrique Fernández. La irrupción de Juanito en el primer equipo no pudo ser más ilusionante: ¡¡7-2!! Se alineó en el lateral zurdo, formando línea con Cheché Martín (central) y Calvet (lateral derecho).

Desde su debut fue titular con todos los entrenadores hasta que colgó las botas, la temporada 1963-64. En este periodo de tiempo jugó 404 partidos y anotó 24 goles, además de ganar 15 títulos, entre ellos cuatro Ligas, seis Copas y dos Copas de Ferias. A Segarra siempre le respetaron las lesiones y nunca dañó a nadie. Por este motivo, en cierta ocasión un rival le dijo: “Hoy tenemos orden de repartir leña, pero a ti te respetaremos”.

Vivió la inmarchitable temporada 1951-52, la de las Cinc Copes, y con la llegada del entrenador italiano Sandro Puppo (1954-55), dejó la cobertura para incrustarse como volante. Y pasó a ejercer de capitán la temporada 1955-56, tomando el relevo de César Rodríguez. Fue el primer jugador del Barça en pisar el césped del Camp Nou, el 24 de septiembre de 1957, cuando saltó al campo acompañado por el presidente Miró-Sans.

Visionario Herrera

La mejor temporada del Gran Capitán fue la 1958-59, con Helenio Herrera al mando. Además de ganar el doblete (Liga y Copa), marcó goles decisivos. Y eso que estuvo muy cerca de decir adiós al fútbol al no contar con él Domènec Balmanya, que apostó por una medular más joven: Vergés y Gensana. Pero con la llegada de Herrera al banquillo del Barça vivió una segunda juventud. Su idea de colgar las botas desapareció cuando el 'Mago' lo convenció para seguir: “Usted puede jugar hasta los 40. Además, las dos próximas temporadas (1958-59 y 1959-60) serán las mejores de su vida”. Y así fue, el Barça firmó dos campañas históricas por juego y títulos. HH lo hacía jugar en la medular para que estuviera a medio camino de atacar y defender.

Uno de sus momentos más tristes aconteció en el curso 1960-61. En este ejercicio el Barça sufrió la cruel derrota en la final de la Copa de Europa celebrada en Berna contra el Benfica (3-2). Juanito vio el duelo por la pequeña pantalla, aquejado por una grave lesión ocular sufrida en un derbi.

Físicamente entero y motivado como el primer día, Segarra siguió al pie del cañón y jugó su último partido oficial el 25 de abril de 1964 en Heliópolis, despidiéndose a lo grande, con victoria (2-3) ante el Betis. Fue internacional por España en 25 ocasiones entre 1951 y 1960.

Ya retirado, siguió al cargo de la “Bodega Segarra” que había abierto durante su etapa de jugador, que acabó traspasando a su excompañero Paco Rodri, para abrir otro local de restauración en la calle Mallorca. Se sacó el carnet de entrenador en 1972 y dirigió al Barça Infantil y al Barça Atlètic (1978-80) además de ejercer de segundo de Helenio Herrera (1980). También fue ojeador con Laszi Kubala (1980-81). Falleció en Taradell (Osona) el 3 de septiembre de 2008, a los 80 años.