Las penalidades de Josep Bayo

Defensa fuerte y expeditivo, tuvo un paso fugaz por el primer equipo del Barça en 1936 y sufrió la represión franquista después de la Guerra Civil

Francisco Gracia Alonso, catedrático de Prehistoria de la Universitat de Barcelona, narra las duras condiciones de los batallones disciplinarios en su libro ‘Esclaus a Empúries’

Josep Bayo, en una imagen como jugador del FC Barcelona, y la portada del libro de Francisco Gracia Alonso "Esclaus a Empúries", volumen en el que narra la vida de los batallones disciplinarios de trabajadores en las excavaciones entre 1940 y 1942

Josep Bayo, en una imagen como jugador del FC Barcelona, y la portada del libro de Francisco Gracia Alonso "Esclaus a Empúries", volumen en el que narra la vida de los batallones disciplinarios de trabajadores en las excavaciones entre 1940 y 1942 / FCB - UBe

David Salinas

David Salinas

Es prácticamente imposible conocer la historia deportiva y personal de todos los jugadores que defendieron la camiseta del FC Barcelona. Hoy, sin embargo, gracias a un exhaustivo trabajo de memoria histórica a cargo de Francisco Gracia Alonso, catedrático de Prehistoria de la Universitat de Barcelona, el barcelonismo puede ahondar en la vida de Josep Bayo, jugador de breve trayectoria que se alineó en seis partidos oficiales entre junio y diciembre de 1936 y sufrió la dura represión franquista después de la Guerra Civil.

Josep Bayo Bernad (Barcelona, 8-12-1917), hijo de Jorge y Francisca, se inició en el fútbol en el cuarto equipo del Júpiter a los 10 años, llegando al primero la temporada 1933-34 jugando de interior. En un partido del Campeonato de Catalunya, para suplir a un compañero lesionado, retrasó su posición, destacando a partir de entonces como defensa por su imponente físico. Trabajaba de mozo y repartidor en una fábrica de aprestos del Poble Nou.

Barça y Espanyol pusieron sus ojos sobre Bayo, obrando el equipo blaugrana con mayor celeridad tras evaluarlo en varios partidos entre diciembre de 1934 y mayo de 1935. Ofreció al Júpiter 8.000 pesetas más un partido amistoso. Al jugador le presentó una oferta de 350 pesetas mensuales y primas por partido ganado y empatado.

Tardó en entrar en los planes del entrenador, Patrick O’Connell (tenía solo 17 años), por lo que su debut oficial se retrasó hasta el 14 de junio de 1936, en un Barça y Osasuna de Copa (semifinal, vuelta). Hasta entonces había actuado en amistosos y en el Campeonato de Catalunya de Reservas. Bayo ocupó la vacante dejada por Zabalo por lesión y entró con buen pie en el equipo. El Barça goleó a Osasuna (7-1), levantó el 4-2 de la ida y deslumbró con un fútbol efectivo y vistoso. En este partido Josep Escolà, el 'catedrático del fútbol', firmó cinco de los siete goles. La final, en Mestalla contra el Real Madrid, que también jugó, fue otra historia (derrota 2-1).

Su último partido como azulgrana fue para olvidar. En un Barça-Granollers (2-4) del Campeonato de Catalunya fue expulsado en el minuto 55 por agredir al árbitro —Ribas— después de señalar este una falta en la frontal del área. Bayo protestó airadamente al juez y lo derribó de una zancadilla. Su agresividad fue a más y lo zarandeó. Tuvieron que entrar las Milicias de Control para proteger al juez y acompañar al jugador a la caseta.

Fue inhabilitado por seis meses y suspendido de sueldo el mismo espacio de tiempo. Reapareció el 6 de junio de 1937 en un amistoso contra el Lleida en Les Corts y dijo adiós al Barça en el homenaje a Domènec Carulla, contra el Sants, el 12 de septiembre del mismo año. Una puntual pérdida de papeles arruinó su etapa azulgrana y fichó por el Terrassa (1937-1938). Pero lo peor estaba por llegar...

Cautivo

De la quinta de 1938, fue llamado a filas y luchó en la 46ª División del Ejército Popular de la República. Tras la contienda bélica se exilió a Francia para regresar, vía Puigcerdà, en agosto de 1941. Fue destinado al campo de concentración de Reus en septiembre y, en octubre, acabó en el Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores número 1, en Algeciras. En agosto de 1942 fue trasladado a Empúries. Francisco Gracia Alonso, en su libro “Esclaus a Empúries. Els batallons disciplinaris de treballadors a les excavacions entre 1940 i 1942” (Edicions Universitat de Barcelona, 2022), rescata la memoria de los prisioneros de guerra y exiliados y las duras condiciones de vida que soportaron en el yacimiento arqueológico.

Explica, por ejemplo, que el rancho para las 1.200 personas que formaban los batallones, entre prisioneros y escoltas, era “escaso, poco variado y estaba mal cocinado”, para apuntar también “graves problemas de abastecimiento”. Las condiciones higiénicas, igualmente, “eran muy deficientes”. El baño, los domingos, tenía lugar en el río la Muga y, con el buen tiempo, en la playa. No había oficial médico y eran los prisioneros quienes se ocupaban de los primeros auxilios. Los casos graves se derivaban al galeno de L’Escala. El trabajo consistía en “la limpieza y mantenimiento de la muralla romana y excavaciones en la neápolis griega”.

Un grupo de soldados trabajadores del batallón 46 delante de la muralla romana del yacimiento de Empúries

Un grupo de soldados trabajadores del batallón 46 delante de la muralla romana del yacimiento de Empúries / Museu d'Arqueologia de Catalunya (MAC)

Bayo no fue el único futbolista que acabó en el campo de trabajo de L’Escala, así que “no fue extraño que surgiera la idea de disputar partidos entre un combinado militar formado por prisioneros trabajadores y el equipo local”, explica Gracia. El primer partido se jugó el 14 de diciembre de 1941 y el segundo el 1 de abril de 1942. La relación deportiva fue intensa y Bayo llegó a alinearse con el equipo de L’Escala en un amistoso contra el Figueres el 11 de abril de 1942 tras obtener permiso del Gobierno Militar de Girona. La Selección Militar jugó también en Amer, Albons y Torroella de Montgrí.

Tras disolverse los batallones disciplinarios (estuvo en el 1, 46 y 35), Bayo recaló en el Regimiento de Infantería 60, con guarnición en Inca, donde se alineó con el equipo local, el Constancia, entre febrero y mayo de 1943. En total, desvela Gracia, cumplió 1 año, 9 meses y 13 días de servicio forzado. El 30 de junio de 1943 pasó a situación de disponibilidad (en los Regimientos de Infantería 50 y Jaén 25, de Barcelona) y obtuvo la licencia el 1 de agosto de 1945. Fue declarado en rebeldía por el Barça cuando regresó a la Ciudad Condal, recuperando el club su concurso el 5 de septiembre de 1943 ante el Sants, aunque el club nunca se interesó por su difícil situación. Su última aparición como azulgrana fue contra el Manresa dos semanas después.

Reus (1943-44), Sabadell (1944-50) y nuevamente Reus (1950-51) fueron sus últimos clubs. Falleció, viudo, en la clínica Alianza de Lleida el 4 de marzo de 2005 a los 87 años. Su hermano Sebastià, menor que Josep, también fue futbolista y actuó en su misma posición. Jugó en el Atlético Poble Nou (1942-44), Gas (1945-48), Masnou (1947-49) y Torelló (1949).