Historia SPORT

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El Barça Atlètic, entre la indignación, la desolación y el orgullo

Los jugadores del filial azulgrana quedaron muy afectados tras no lograr el ascenso y muchos de ellos son conscientes de que o suben al primer equipo o no seguirán

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GERMAN BONA

German Bona

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Córdoba fue un suplicio para la jovencísima plantilla del Barça Atlètic. El filial se ganó por méritos propios el derecho a soñar con el ascenso y a tenerlo a una sola victoria. La presión era para los cordobeses, más experimentados y con mayor oficio, pero los azulgranas quisieron hacer valer su ilusión y la calidad de futbolistas, muchos de ellos, con proyección de primer equipo. Pese a no tener la 'obligación' de subir fue muy duro. Durísimo.

La indignación

Primero porque se encontraron un ambiente hostil que fue excesivo, aunque no hay que generalizar. Ni mucho menos. Los enviados especiales podemos explicar que nos encontramos a bellísimas personas, como las que, a 39 grados y dando el sol de lleno por la espalda, se ofrecieron a comprarnos aguas 'salvadoras'.

¡Insultos a los jugadores del Barça Atlètic en el campo del Córdoba antes del partido!

Los jugadores y cuerpo técnico del Barça han recibido insultos en su llegada al campo del Córdoba / Valentí Enrich

Pero lo cierto es que los cánticos de 'Puta Barça y puta Catalunya' y los insultos no fueron de recibo (tampoco, claro está, los de "Puta Córdoba" que hubo en el Johan Cruyff), ni para los jugadores y staff cuando llegaron al estadio, increpados a escasos metros, ni para los 150 aficionados azulgranas, buena parte de ellos, familiares. La indignación entre la expedición era entendible y contrastaba con las imágenes ya de regreso al hotel y con varios aficionados en un hall repleto pidiendo autógrafos y selfies a los futbolistas.

Gerard Martín no pudo reprimir las lágrimas

Gerard Martín no pudo reprimir las lágrimas / Valentí Enrich

La desolación

La decepción, claro, la puso el resultado final. Porque aunque el ascenso no era una necesidad e incluso hay sectores del club que consideran que es mejor tener al filial en Primera RFEF, los jugadores lo lucharon a muerte. Ya lo dijo Márquez en la previa. Con el pitido final, llegó el mazazo. Lágrimas sin consuelo, como las de Gerard Martín, con un fortísimo sentimiento culé y sin poder dejar de llorar, un Pau Víctor roto, en el suelo, y a quien el propio Márquez, junto a Héctor Fort, trató de animar o Pelayo Fernández, un futbolista también hundido y que acaba contrato.

Y es que a la decepción por el KO se le suma la incertidumbre para muchos de ellos, que tenían un hueco más nítido en Segunda División porque su nivel, y sobre todo su progresión, no invita a una temporada más en Primera RFEF.

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Marc Casadó también se tiró, destrozado, en el césped. Su futuro está asegurado, tratará de convencer a Flick tras la renovación de que tiene sitio en el primer equipo, pero ha vivido la temporada como hermano mayor de los más jóvenes, ha sido un capìtán con mayúsculas y se le notaba el mazazo. Imágenes duras y de impactante contraste con la felicidad local y los fuegos de artificio sobre el cielo cordobés. Una ciudad en fiesta.

La desolación azulgrana siguió en la zona de vestuarios. Rafa Yuste y Joan Soler, los directivos desplazados, tenían lógicas caras de circunstancias. También estuvo Bojan, quien ya en el hotel, charló un buen rato con Rafa Márquez. Antes, en el Arcángel, hubo una pequeña reunión en el vestuario visitante con todos los integrantes, casi a modo de despedida, de ánimos, de reconocimiento. La vuelta al día seguiente en AVE, cinco largas horas, también se hizo dura.

Pau Víctor, consolado por Rafa Márquez y por Héctor Fort

Pau Víctor, consolado por Rafa Márquez y por Héctor Fort / Valentí Enrich

El orgullo

Pero sobre todo a estos jugadores, a los técnicos, a todos los integrantes del Barça Atlètic lo que les debe quedar pasado el 'duelo' es el orgullo. El orgullo de haber realizado una temporada espectacular a todos los niveles, de haber practicado un juego ofensivo, con puro ADN Barça, hasta en el día más complicado, y de haber formado un vestuario de altísimo nivel humano. En Córdoba se vivieron muchas sensaciones, algunas muy duras, pero la victoria de este filial fue haber llegado tan lejos.