Aurelio De Laurentiis, la última extravagancia de un presidente ingobernable

A pesar de llevar al Nápoles de la quiebra al scudetto, algunos tifosi lo señalan tras una temporada en el infierno. Su última decisión puede ser echar al entrenador a pocas horas del duelo ante el Barça

Fan de Sorrentino, es conocido en Italia por su relación con el cine, sus salidas de tono y sus controvertidos episodios con figuras como Higuaín, Benítez o Ancelotti

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Di Laurentiis trabaja en el relevo de Mazzarri

Di Laurentiis trabaja en el relevo de Mazzarri / AP

Dídac Peyret

Dídac Peyret

En el verano de 2004 Aurelio De Laurentiis tuvo una corazonada mientras desayunaba en Capri y leía el periódico. Una noticia le llamó especialmente la atención: el Nápoles estaba en ruinas. “No quedaba nada, solo una afición y un logotipo. Y había una subasta para comprar un trozo de papel”, recordaba en una entrevista a El País hace siete años.  

De Laurentiis vio más una oportunidad que un problema y tomó cartas en el asunto: una inversión de 33 millones que impulsó a un club que estaba en Tercera y llevó al equipo de vuelta a la Serie A tres años después.

Ya entonces era una figura conocida: sobre todo por su vinculación familiar con el cine: su tío Dino y su padre Luigi eran grandes productores como él. El propio Aurelio encajaría en las películas de Sorrentino por su sentido hedonista de la vida y esa forma de hablar directa, sin filtros y encendida de los personajes de sus películas.

Pueden dar fe los técnicos y jugadores que han coincidido con él en los últimos años. De Laurentiis es la llave para entender este Nápoles "para lo bueno y para lo malo" explican en su país. Lo mejor y lo peor de lo que le ha ocurrido al club en los últimos años se explica a partir de su figura. "Un presidente muy intervencionista, de otra época, de esos que bajan al vestuario se cagan en los jugadores y tiene muchas salidas de tono en la prensa", cuentan en Italia.

El episodio con Ancelotti

Incluso Ancelotti, a quien en Madrid bautizaron como 'el pacificador', sufrió siu lado más visceral. El mandatario decretó una semana completa de concentración por los malos resultados y los futbolistas se rebelaron contra la decisión. El técnico, que se encontraba en medio de todo, sufrió el desgaste. "Carlo es un fuera de serie, solo tuvo la mala suerte de no caerle bien a los napolitanos. No fue listo en lograrlo y las Curvas nunca le vieron como uno de los nuestros", diría años después el presidente.

También Benítez conoció de cerca como se las gasta De Laurentiis, una de las esas personas que no acepta que las cosas no salgan según las había planeado. "Él tenía un contrato de un año más otro opcional que yo podía ejecutar. Vino a verme cuando terminaba el primero y me dijo que su esposa y sus hijas le reclamaban en Liverpool", recordó en 'El País'.

"Le dije: 'Rafa, he hecho 400 películas, tengo tres hijos, tres nietos… y mi mujer nunca me ha dicho nada porque lleve un mes fuera. Eso es un problema tuyo, no mío'. Así que le ofrecí alquilar una buena villa en Roma, con escuelas americanas estupendas… con caballos para una de sus hijas, que le gustaba montar. La otra hacía violín, creo... Y le dije que podían ir a verle siempre que quisieran a Nápoles porque está a una hora de tren. Me contestó que no querían dejar Inglaterra. Le dije: 'Querido Rafa, entonces ejerzo la opción y te quedas'.

"No soy un hombre al que se pueda chantajear"

Hombre de extremos, Aurelio es de esos tipos leales con los suyos hasta que los suyos dejan de hacer las cosas que él había planeado. Con el hermano de Higuaín, otra de las figuras claves de la historia del Nápoles de la última década, fue tajante. "El hermano siempre me decía: “A Higuaín no le gusta jugar con Callejón, compra a otros jugadores'. Nunca le hice caso porque yo amo a Callejón. Así que le aumenté el contrato cuatro años. No soy un hombre a quien se pueda chantajear".

Con él en la presidencia, el Nápoles tocó el cielo en mayo de 2023 logrando algo que parecía impensable solo unos años antes. "Es la coronación de una espera de 33 años. Ahora falta la Champions", dijo en un arranque de euforia tras ganar la Serie A Luciano Spallett en el banquillo. El técnico se vació tanto para ganar el título que dio un paso al costado. Su decisión era definitiva: se tomaba un año sabático.

"Cuando tienes delante una ciudad como Nápoles, que se merece cosas, tienes que preguntarte si eres capaz de dárselas. A Nápoles se va a ganar. El primer año no lo conseguimos y nos criticaron un poco, así que tienes que preguntarte: ¿soy capaz de hacerlo? Este año no soy capaz, así que doy un paso atrás", dijo.

Desde entonces el Nápoles vive en una crisis 'post Scudetto' que no han solucionado ni Rudi Garcia ni Walter Mazzarri. Una situación que ha provocado que los tifosi empiecen a señalarlo (le acusan de mirar por su dinero) y le recuerden sus orígenes en Roma. De Laurentiis, mientras tanto, ya prepara su última solución visceral: cambiar de entrenador a 48 horas de la ida de unos cuartos de final ante el Barça.