El día que Gibraltar pudo volver a formar parte del Imperio español: primer intento convertido en batalla naval

Esta batalla naval tuvo un gran protagonista 

Flota de Indias del Imperio Español

Flota de Indias del Imperio Español / SPORT.es

España quiso recuperar Gibraltar a sangre y fuego por primera vez en agosto de 1704, una contienda que se desarrolló durante la Guerra de Sucesión. Pero para conocer las causas que provocaron esta batalla tenemos que retroceder unos años atrás, hasta el 1700.

En esta época España se encontraba en guerra después de que Carlos II falleciera y dejara el trono huérfano tras no tener hijos. Sin embargo, el monarca designó como sucesor a Felipe de Borbón, pero varias naciones trataron de imponer como rey al Archiduque Carlos, de la casa de Austria, por lo que se desencadenó la llamada Guerra de Sucesión.

Esta contienda le vino como anillo al dedo a Inglaterra que, ansiosa de molestar lo más posible, dio su apoyo a Carlos e inició una campaña de acoso por mar que buscaba, entre otras cosas, hacerse con Gibraltar, que todavía era española.

En el año 1704, los deseos de Inglaterra se hicieron realidad y el almirante George Rooke plantó sus naces anglo-holandesas en el peñón. La bandera enemiga se izó el 4 de agosto de ese mismo año para indignación de los valientes que no se rindieron ante los británicos.

Pero Felipe no se quedó sentado ante tal hecho, ya que organizó una flota franco-española comandada por Blas de Lezo y Olavarrieta, conocido por haber defendido Cartagena de Indias frente a la colosal flota inglesa y por sus achaques físicos: era cojo, manco y tuerto.

 Según explica el doctor en historia Gonzalo Quintero Saravia en 'Don Blas de Lezo. Biografía de un marino español' (Edaf, 2016), a sus órdenes puso un centenar de buques. Un total de "51 navíos de línea de entre 70 y 100 cañones cada uno, 6 fragatas, 8 naves incendiarias, varias decenas de barcos de transporte y 12 galeras". La flota resultante aunaba, en definitiva, 3.577 cañones y 24.000 hombres.

El 24 de agosto de 1704, las armadas enfrentadas libraron una batalla de nueve horas frente a Vélez-Málaga, desde las diez de la mañana hasta la llegada de la noche. Aunque el combate no fue decisivo, las bajas fueron numerosas, con Francia perdiendo 1,500 hombres y las fuerzas angloholandesas casi el doble.

El almirante francés reclamó la victoria, pero su flota sufrió daños importantes. La flota angloholandesa se dirigió a Gibraltar para reparar, enviando parte de la flota a Lisboa, mientras que el resto navegó hacia Gran Bretaña.

Algunos historiadores consideran esta batalla naval como la más significativa de la Guerra de Sucesión, aunque su resultado fue ambiguo. Según Francisco Cabrera Pablos y otros autores, el combate fue duro, pero sorprende que ninguna potencia buscara un final decisivo.