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“Os aseguro que a nadie le va a doler esto más que a mí”

Carmen Sánchez Silva ha sabido ver su final en el atletismo y lo ha explicado con una naturalidad infinita que yo quiero poner de ejemplo. 

 

Fue ayer sexta en su semifinal de 400 metros. Lejos. Muy lejos. A años luz de sus mejores tiempos. Había pasado su momento. Ella lo sabía.  Nosotros lo sabíamos con ella. Pero hay historias en las que merece la pena detenerse porque nos explican lo mejor del ser humano. Y esta es una de las más bonitas que encontré esta semana.

Es más, antes de empezar el campeonato de España ya nos había emocionado porque las palabras también emocionan. Sobre todo cuando se trata de decir adiós, que es una de esas cosas que no se aprenden nunca en la vida. Pero Carmen Sánchez Silva, a los 33 años, ha sabido elegir ese momento en este Campeonato de España. No sin antes decir: “Ojalá este fin de semana durara para siempre”.

Carmen Sánchez Silva no es una científica del CSIC ni una periodista de EL PAÍS, sino una atleta que ha durado desde los 15 años, que a los 18 ya fue internacional y que ahora se despide sin rencor. “Jamás podré agradecer lo suficiente a todos los que me han acompañado en esta aventura. Sobre todo a los que han seguido confiando en mí ahora que las cosas no van bien”, escribió en su cuenta de Instagram, donde no todo son imágenes ni “sonrisas con tanta pena en su interior”, como explica la letra de Marwan en ‘El viejo boxeador’.

A veces, las palabras también piden la palabra como ha hecho Carmen esta vez. “Tengo sentimientos encontrados, pues me hace una ilusión tremenda, pero a su vez se me va a hacer muy duro”, explicó antes de cruzar la línea de meta del que ha sido su último campeonato de España porque así se lo ha aconsejado el destino. “Os aseguro que a nadie le va a doler esto más que a mí”.

Pero en todos los órdenes de la vida existe fecha de caducidad. El problema no es de quien lo ve, sino de quien no lo ve. Pero Carmen pertenece a la primera categoría. “Nunca me planteé cómo iba a ser este momento ni cuando. Ni siquiera pensé que fuera a llegar. Pero aquí está “. Y se va con clase como se van las personas de bien que saben que han hecho todo lo posible. “Después de lidiar durante dos años con una depresión, es evidente que mi nivel deportivo descendió “.

El año pasado ya estuvo a punto de dejarlo pero junto a su entrenador se concedió una última oportunidad de vivir lo que siempre le ha gustado hacer. “El atletismo ha sido mi vida desde que soy persona. No cambiaría ni un minuto de lo que he vivido por nada”.

Por eso es un adiós emotivo pero señorial. Un adiós que nos concede el deseo de rebobinar el  último aplauso y de que nos perdone a los que no hemos seguido excesivamente su trayectoria porque, viendo como se despide y como lo ha luchado, Carmen lo merecía. “Pase lo que pase, este campeonato es para disfrutarlo como una niña como cuando empecé “, anunció.

Y lo ha disfrutado. Ha disfrutado esos 54 segundos en los que ha tardado en cruzar la línea de meta que explican que ya no era como antes. Ni las fuerzas ni los recursos. Pero hay gente que se merece que le digas adiós y que te pongas la ropa de los domingos para decírselo. Gente a la que solo puede ir bien en la vida. Gente, en definitiva, como Carmen Sánchez Silva, que se va y se va lejos del podio como tantos trabajadores que terminan su vida laboral. Pero lo que más vale es el recuerdo y eso que se llama la satisfacción del deber cumplido.

Así que gracias, Carmen. Gracias por haber sabido retransmitir tan bien esa palabra que a veces nos hace tanto daño y que a mí,  personalmente,  no me gusta nada: adiós. Y, por supuesto, suerte. Suerte en lo que está por venir. Y un abrazo muy fuerte.


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