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Javi Guerra, a los 40 años: el prestigio gana a la popularidad

Javi Guerra correrá el domingo la media maratón del Europeo de Roma con 40 años y 7 meses.  Hay mucho nivel y no es previsible que opte a las medallas. Pero ahora mismo eso no es lo más importante.  

 

Quizás ya no tenga edad para ganar. Seguramente será su último gran campeonato. Pero ya no le va a originar una crisis de ansiedad ni a él ni a nosotros que adoramos su capacidad de resistencia a los 40 años. Por eso el prólogo de este campeonato, para mí,  no es Ana Peleteiro ni Jordan Díaz sino Javi Guerra. El próximo 10 de noviembre cumplirá 41 años y no se nos olvidará felicitarle.

En un mundo de egos, Javi Guerra siempre me pareció un personaje interesante. Le costó mucho llegar al éxito.  Tuvo que salir de la pista para encontrarlo. Tuvo que abandonar la residencia Blume y volver a Segovia. Fue en el maratón donde, por fin, se materializó su talento. Es más, el maratón se convirtió en su psicólogo. A su lado, logró una complicidad asombrosa como si entre los dos protagonizasen Thelma & Louise: “Bueno, no estamos en el fin del mundo pero desde aquí se ve…”

El resultado fue un atleta con más prestigio que popularidad. Todo hay que decirlo. Pero esas son las cosas en el mundo de Internet que a veces impone estas reglas. Por suerte está el tiempo para recordamos que un atleta son él y sus alegrías,  él y sus cicatrices  y, sobre todo, él y el paso de los años. En ese sentido Javi Guerra es un ejemplo total, un atleta digno de enciclopedia con muchas vueltas al mundo en los pies.

Los últimos años han sido más difíciles. Pero las cosas que ha hecho han merecido mucho la pena. Sinceramente,  yo pensaba este invierno cuando le vi retransmitir con Higuero la carrera de los 10 km de Laredo, y ponerle un entusiasmo magnífico a las palabras, que de alguna manera se iniciaba otra etapa y que este verano no tendríamos opción de ver a Javi Guerra en un gran campeonato.

Me equivoqué y lo celebro. El domingo le veremos en la media maratón del Europeo de Roma. Me niego a dar un pronóstico pero apuesto que lo hará bien. Cuando cruce la meta,  sea el 15 o el 50, la emoción se disparará.  Yo me levantaré, cerraré los ojos y le dedicaré un aplauso verdadero. Por todos estos años y por este final que resume un sentimiento y premia a un atleta de la cabeza a los pies.

 


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