Mechaal llegará el 30 de julio a París y el 2 de agosto competirá en la previa del 1.500. Hace tres años ya fue quinto en Tokio. Ahora, la esperanza está en su sitio. “La última milla, que ha corrido en Londres, le ha dado aún más confianza sí cabe”, dice Antonio Serrano, su entrenador, que lo ve “bien, preparado para luchar por sus objetivos”.
Adel Mechaal, a los 33 años, es un atleta muy duradero, un tipo con muchísimo amor propio que en su día lo arriesgó todo por el atletismo. Tenía una plaza fija como funcionario que había aprobado por oposición en el Ayuntamiento de su pueblo en Calonge. “Para conseguir mi plaza tuve que batallar con miles de personas, pero una vez que lo logras te sientes como cuando el atleta se instala en la élite”, explicó en esta entrevista, donde ya tenía claro que iba a pedir la excedencia.
Tenía 24 años. Desde entonces, han pasado nueve años. La excedencia ya se acabó y Mechaal no volvió a su plaza que significaba un trabajo y un sueldo fijo para toda la vida. ” Gano un poco más de 1.000 euros, pero hay que aspirar a más”, dijo. “Agradezco que ese dinero me dé para pagar el alquiler del piso, las facturas, la gasolina para el coche, porque hay gente que no lo tiene. Pero busco algo más.
El riesgo no le ha sido mal. A los mas indecisos les recuerda la importancia de arriesgar en la vida. Las cosas pueden salir bien y la prueba está en Mechaal. Nueve años después, figura a las puertas de unos JJOO con la aspiración de correr en 3’30”. No ha sido medallista olímpico ni campeón del mundo. Pero su biografía de atleta es amplia y competitiva. Una cosa seria que le ha permitido ganar dinero y prestigio en una profesión en la que, caiga mejor o peor, se le valora.
La naturaleza indica que cada vez queda menos y que, si no es en maratón, probablemente no habrá más JJOO en su vida. Pero el pasado está a su favor. Es más, si en 2015 le dicen que en 2024 iba a estar aquí lo hubiese firmado sin pensar. Y, al final, eso es lo que importa en la vida. No tener miedo y tener confianza en uno mismo. De lo contrario, es imposible triunfar.