Brazos, abdomen, glúteos, muslos, gemelos… Nos afanamos en tonificar los músculos y es muy necesario, porque un ejercicio específico ayuda a aportar la tensión necesaria a las fibras musculares y que estas funcionen perfectamente. Los beneficios son evidentes no solo en el plano de la apariencia física, que también, porque la tonificación ayuda a disminuir la grasa corporal (lo que también es salud). Se nota también cómo el organismo trabaja mejor y se previenen problemas derivados de unos huesos débiles, como la osteoporosis.
Hay un conjunto muscular, sin embargo, al que no se le presta la suficiente atención: el suelo pélvico. Ya te hemos hablado de él en este artículo, pero te recordamos que es el conjunto de músculos y ligamentos que cierran la cavidad abdominal en su parte inferior. El conjunto forma también parte del sistema core, es decir, de los músculos profundos que forman las paredes del tronco: abdomen, diafragma, oblicuos, lumbares y suelo pélvico.
Tiene una función muy importante, la de sostener los órganos pélvicos, es decir, la vejiga, la uretra, el recto y, en el caso de las mujeres, el útero y la vagina. Por extensión, es también el responsable de la continencia urinaria y anal, pues se encarga de los cierres, aperturas y presiones que nos permiten retener o evacuar en cada momento.
Las mujeres oyen hablar del suelo pélvico de forma más frecuente que los hombres, entre otras cosas, porque el embarazo, el parto, el postparto y la menopausia suelen provocar el debilitamiento del suelo pélvico. No es lo único, el estreñimiento crónico también aumenta el riesgo de disfunción, además del sobrepeso o de la edad.
En todo caso, los hombres también deben prestar atención a este grupo muscular. Y es que la incontinencia urinaria y fecal, el prolapso (caída de los órganos abdominales), el dolor lumbar o las disfunciones sexuales son problemas derivados de un suelo pélvico debilitado.
En este vídeo nuestra fisioterapeuta especializada en suelo pélvico Laia de Fisio B nos desvela las claves para trabajarlo con garantías.
Hay varias técnicas y tratamientos que permiten fortalecer los músculos de esta zona, aunque si se han advertido disfunciones evidentes, es preciso ponerse en manos de un profesional. Puede que detrás haya un problema de hipertonía, por ejemplo, que debe ser tratado correctamente.
Antes de empezar, hay que identificar los músculos de los que hablamos. Un ejercicio habitual para ello es cortar el chorro de orina al ir al baño de manera voluntaria porque, al hacerlo, se contraen los músculos del suelo pélvico que luego hay que trabajar.
Son los más populares, lo que tiene que ver con que se pueden realizar tranquilamente en casa o incuso en el trabajo. Se basan en la contracción de músculo, lo mismo que se hace al contener el chorro de orina, luego son fáciles de realizar y muy efectivo.
Bien ejecutados, con la supervisión de un profesional, los ejercicios hipopresivos logran una tonificación de la musculatura abdominal profunda y el periné. Así lo cuenta Laura Rojas, fisioterapeuta especializada en suelo pélvico y periodista confundadora del proyecto En suelo firme, dedicado a proveer información y consultas en todo lo relacionado con este conjunto muscular.
Los hipopresivos reducen el perímetro abdominal, previenen hernias, protegen la zona lumbo-pélvica y previenen el debilitamiento del suelo pélvico en el postparto, entre otras cosas. De hecho, en cuanto a esto último, son los recomendados para después de dar a luz, y no los abdominales tradicionales. Además, en el ámbito terapeútico y deportivo ayudan a prevenir lesiones, mejora el rendimiento, mejora la función sexual, previene la incontinencia…
Rojas da la pauta para hacer hipopresivos:
La clave está, vemos, en cuidar la postura y la respiración.
Es uno de los aparatos de ayuda más conocidos, sobre todo, después del parto. Su uso está subvencionado en algunos países de la Unión Europea, más avanzados en tratamientos de suelo pélvico a la hora de continuar y mantener el tratamiento para recuperar la zona, después de un parto o cuando este no se encuentra en buen estado.
La electroestimulación es la aplicación de corriente eléctrica no dolorosa sobre una zona determinada del cuerpo, lo que provoca la contracción del músculo a tratar. Es eficaz en los tratamientos de incontinencia urinaria y anal, porque despierta los músculos, mejora el flujo sanguíneo, calma el dolor…
Los electroestimuladores se pueden utilizar en diferentes programas o niveles, que marcan la intensidad y duración con la que trabajan. Dependiendo del músculo a tratar, puede ser útil usado con una sonda vagina o anal, que permiten que la corriente sea más efectiva. Para su inserción, se utiliza un lubricante. Está contraindicado en el caso de personas que lleven marcapasos, tengan alguna infección, padezcan un dolor o afección cutánea o genital no diagnosticado, o si se trata de una mujer embarazada.
Hay otros ejercicios que se pueden englobar en la masoterapia y la cinisterapia, técnicas con fines terapéuticos que están, a su vez, encuadradas en la fisioterapia. Así pues, son profesionales quienes tienen que prescribirlas si lo ven necesario, diseñar los ejercicios y supervisarlos.