Correr te da alas

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Funes
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Hoy apelo al más limpio sentimiento de gozo y puro disfrute que siento al correr. Me pongo en el supuesto de correr solo, perdido, en el campo, sin música, sin relojes, sin las llaves de casa, sin el DNI, sin el teléfono, sin camiseta… solo con mis sentidos y mis pensamientos. Respirar hondo y sentir el romero, o un jazmín, o la tierra mojada.

El estrecho sendero que guía mis pasos en un bosque cerrado decide repentinamente ir en busca de la luz con una grandiosa pendiente. Atendiendo a ningún plan me surge esprintar en la pendiente hasta la extenuación, porque me encanta ese sufrimiento, porque estoy en forma, porque me voy a recuperar rápido, porque me hace sentir vivo.

Mis pasos me llevan a la cima de un cerro en el que clarea la vegetación y se me brinda el horizonte. Siento el calor del Sol en el pecho descubierto y contemplo la ciudad enorme con su niebla de problemas; los míos también están ahí, esperando mi vuelta. Esperan porque a este lugar nunca vienen, no pueden venir, no pueden seguirme porque voy muy rápido… volando. Para nuestra suerte muchos problemas no saben ni entienden lo que es correr, y en ocasiones piensan que no voy a volver y cuando regreso ya se han marchado.

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