Yago Rojo fue el vivo ejemplo de la dureza y del nivelazo que se vivió en el maratón olímpico de París. Por el calor, la humedad y por un circuito que tildan de ‘matador’ con subidas durísimas y para nada llano como estamos acostumbrados en la mayoría de las ‘major’. “Si yo pensaba que se iba a ganar con 2.11 y cuando yo iba para 2.12 creía que iba a acabar entre los 20 primeros y he acabado el 41″, decía Yago Rojo a la llegada.
Adelantando a estrellas
Rojo, pese a la posición, terminó contento. No es para menos. “La idea eran los 15 km salir con el grupo, hasta el 30 tomármelo un poco tranquilo y de ahí hasta el final una contrarreloj para ir recogiendo cadáveres. He marcado un parcial entre el 30 y el 39 a 3.04, habré adelantado a unos 15. He pasado a Nageeye, a Kipchoge, a Tesfay, a Mahammed, a Petros, a Barata, gente que tiene mejor marca que yo y sólo me ha valido para ser el 41. O sea que como dijo Águeda (Marqués) el otro día el nivel del atletismo es una auténtica locura, no me puedo reprochar nada y aunque sea un tópico es un sueño hecho realidad. Es que considero que he hecho una carrera perfecta y que no había más donde rascar”.
Por su lado, el plusmarquista nacional Tariku Novales sufrió una barbaridad y lo resumía así: “Cuanta más gente llegaba para animarme, más vergüenza me daba de mí mismo. La preparación de esta prueba ha sido un suplicio. Pasó todo lo que no tenía que pasar. Recuerdo las palabras del médico de la Federación que, cada vez que le tenía que dar parte, no daba crédito. Me decía, ¿pero te puede pasar algo más?”.
En los avituallamientos, “todo lo que entraba, salía metros más tarde. Eso me provocó una deshidratación y que muscularmente sufriese mucho. No sé qué había dentro de mí que me invitaba a acabar, cuando no saco nada positivo de esto. En un escenario con tanta gente española, muchos amigos, aficionados. He dado una imagen en las antípodas de lo que quería darlas”.
